sábado, 14 de diciembre de 2013

MY HOPE IS YOU: A TI LEVANTO MI ALMA (Salmo 24)



Si ya tenemos GPS que nos guíen no necesito nada más para llegar a mi destino. Aunque puede ser que no haya actualizado los mapas o software, o que el hardware no soporte las nuevas aplicaciones. Entonces me llevará directo a perderme o incluso directamente a un lago o al final de una carretera sin destino. Y esto ha ocurrido de verdad, no me lo invento.
Pero es que no se trata de aparatejos que, todo sea dicho, nos ayuden en muchas ocasiones. Se trata de nosotros, de ti y de mí. De vidas, de personas.
Para ese camino vital, con sus llanos y días soleados y con sus escarpadas colinas y climatología adversa, necesitamos un guía, un sherpa. Porque no es ningún paseo dominical, son nuestras vidas. Un guía que me mostrará el camino y la manera de marcar cada paso. Pero que caminarlo con confianza y lealtad. Sabiendo de su dureza, pero poniendo todo el corazón en ello.
Si me parto una pierna o me tuerzo un tobillo, habrá servicios de salvamento con toda su parafernalia para llevarme a un hospital y curarme. Pero, ¿y si se trata de mí? ¿Y si se trata de ti, que estás delante de mi? ¿Y si se trata de otro tipo de dolor? Es el corazón entrañable de Dios, la misericordia, el que me repara y me levanta para dar un nuevo paso.
La esperanza es lo último que se pierde, queda guardada en la caja de Pandora. Pero ahí quieta no molesta. El problema es que la Esperanza con mayúscula me remueve y me mueve. Es un banco incómodo, es una chincheta en el asiento.
¿Esperanza activa? Dejarse hacer y confiar, poniendo todo al servicio de Dios, para la construcción del Reino. ¡Puf, qué complicado! ¿Hay algo más fácil para elegir? No, rotundo. En nuestra tienda sólo nos queda el “Sí” de María.
José Javier Redero Madruga

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