sábado, 21 de junio de 2008

VACACIONES DEL CRISTIANO (Laura)

Con el verano, es frecuente dejar de lado la rutina, pero no debemos olvidarnos que en nuestras vidas, Dios forma una de las partes más importantes de nuestra rutina. Es imprescindible recordar que somos cristianos y actuar en consecuencia. Por ello, aquí van estos puntos que pueden ayudarnos a sentir a Dios y vivir nuestra fe durante este verano.

1. Vive la naturaleza. En la playa, en la montaña, en la serranía, descubre la presencia de Dios. Alábalo por haberla hecho tan hermosa.
2. Vive tu nombre y condición de cristiano. No te avergüences en verano de ser cristiano. Falsearías tu identidad.
3. Vive el domingo. En vacaciones, el domingo sigue siendo el día del Señor y Dios no se va de vacaciones. Acude a la eucaristía dominical. Tienes, además, más tiempo libre.
4. Vive la familia. Dialoga, juega, goza con ellos sin prisas, reza en familia. Asiste al templo también con ellos.
5. Vive la vida. La vida es el gran don de Dios. No hagas peligrar tu propia vida y evita riesgos a la vida de los demás.
6. Vive la amistad. Desde la escucha, la confianza, la ayuda, el diálogo, el enriquecimiento y el respeto a la dignidad sagrada de las demás personas.
7. Vive la justicia. No esperes que todo te lo den hecho. Otros trabajan para que tú tengas vacaciones. Ellos también tienen sus derechos. Respétalos y respeta sus bienes.
8. Vive la verdad. Evita la hipocresía, la mentira, la crítica, la presunción engañosa e interesada o la vanagloria.
9. Vive la limpieza de corazón. Supera la codicia, el egoísmo y el hedonismo. Vacación no equivale a permisividad.
10. Vive la solidaridad. No lo quieras todo para ti. Piensa en quienes no tienen vacaciones, porque ni siquiera tienen el pan de cada día. La caridad tampoco se toma vacaciones.
Dios no se toma vacaciones en su búsqueda de amor al hombre. Las vacaciones pueden ser tiempo excepcional para salir a su encuentro. Y es que en verano, seguimos siendo cristianos. Es más, tenemos una magnífica oportunidad de serlo y de demostrarlo.

miércoles, 4 de junio de 2008

DE EXÁMENES Y OTRAS OBLIGACIONES

Una reflexión para el tiempo de exámenes y para esos otros momentos en los que cualquiera tenemos que cumplir con algunas tareas, compromisos y demás que puedan resultarnos exigentes… Por José Mari R. Olaizola sj

Se acerca el final de curso, y toca preparar los exámenes. Cambio de hábitos. Los días empiezan a alargarse. Se espacian los encuentros con los amigos, que no está el patio para una vida social intensa. Aumenta la tensión en casa, y uno, que está irritable, parece dispuesto a saltar a la mínima ocasión. Empieza la letanía de deseos y propósitos: “ojalá hubiese empezado antes”, “el año que viene me organizo mejor”, “ojalá caiga este tema y no este otro”… Las fotocopiadoras echan humo de tanto completar apuntes. Las ojeras se van notando. Comienza el aprovisionamiento de café. A uno se le ocurren en estos días muchos motivos por los que podría dedicarse a otras cosas, y casi envidia la despreocupada vida de quienes no tienen que examinarse. Ahora, te dices con sorna, tenían que venir a decirme aquello de “qué bien viven los estudiantes”.
Y, sin embargo, quizás es también ahora cuando tiene más sentido dedicarle un instante, solo un instante, a recordar que esto de los exámenes es otra concreción de un privilegio. Que estudiar es una oportunidad que no está al alcance de cualquiera. Que, como canta Juanes, los libros para la escuela son el tesoro y el orgullo adquirido con mucho esfuerzo por familias empobrecidas de medio mundo, que reconocen la educación como la puerta a un futuro mejor. Es tiempo para decir: “Gracias por esta oportunidad”. Y para recordar que estoy construyéndome la vida, y así está bien. ¿Es un tiempo menos festivo? Bueno, por mucho que lo cantara Celia Cruz, la vida no es sólo un carnaval. Tiene sus momentos de mascarada y desmelene, pero tiene también sus tiempos de compromiso y exigencia, de responsabilidad y esfuerzo. Y quizás ahora el tiempo de los exámenes es de estos últimos, una etapa en la que toca tirar un poco más del carro. Es este un tiempo para comprender que en la vida cada proyecto, cada compromiso, cada objetivo que nos marcamos, puede requerir su dosis de entrega. Y así está bien.
Al final, entonces, la cuestión más importante no es si uno se agobia más o menos en este tiempo de estudios -allá cada quién con su carácter- Lo esencial es que aquello que haces te merezca la pena. Es entenderlo como parte de tu búsqueda de un lugar propio en el mundo. Es poder ubicarlo en el horizonte más amplio de tus metas, tus sueños, tu credo, tus proyectos y anhelos. Y que esos sueños te hagan capaz de luchar por algo que merezca la pena. Ni más ni menos.