sábado, 30 de marzo de 2013

SÁBADO SANTO



Caryll Houselander nos describe su experiencia de la presencia de Dios: “Viajaba en el metro, en un vagón atestado de toda clase de gentes: sentadas, agarradas a los asideros, que regresaban a sus hogares al final del día. De pronto, vi en mi mente, pero con mucha claridad, una escena maravillosa: Cristo estaba en todos ellos. Pero vi aún más: no solamente estaba Cristo en cada uno de ellos, viviendo en ellos, muriendo en ellos, gozando en ellos, sufriendo en ellos…sino que, porque Él estaba en ellos y ellos estaban allí, todo el mundo estaba también allí, en aquel vagón del metro; y no sólo estaba todo el mundo actual, sino que estaban también todas las gentes que habían vivido en el pasado y las que iban a vivir en el futuro”.
“Salí a la calle y anduve mucho tiempo entre la muchedumbre. Aquí estaba ocurriendo lo mismo: por todas partes, en cada persona que pasaba…estaba Cristo”.

viernes, 29 de marzo de 2013

VIERNES SANTO



Jesucristo ha dicho: “Quien quiera economizar su vida, la perderá; y quien la gaste por Mí, la recobrará en el vida eterna”.
Pero a nosotros nos da miedo gastar la vida, entregarla sin reservas. Un terrible instinto de conservación nos lleva hacia el egoísmo, y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida.
Tenemos seguros por todas partes, para evitar los riesgos. Y sobre todo está la cobardía...
Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida. Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla; no se la puede economizar en estéril egoísmo.
Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no paguen; hacer un favor al que no va a devolver; gastar la vida es lanzarse aún al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias; es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos quemamos; solamente entonces seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde, la que nos hace evitar el sacrificio, y buscar la seguridad.
Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos, y falsa teatralidad. La vida se da sencillamente, sin publicidad, como el agua de la vertiente, como la madre da el pecho al niño, como el sudor humilde del sembrador.
Entrénanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás de lo imposible está tu gracia y tu presencia; no podemos caer en el vacío.

El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla; pero queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando en la noche, con mil ojos llenos de lágrimas.

jueves, 28 de marzo de 2013

JUEVES SANTO



Las personas son irrazonables, inconsecuentes y egoístas, 
AMALAS DE TODOS MODOS.
Si haces el bien, te acusarán de tener oscuros motivos egoístas,
HAZ EL BIEN DE TODOS MODOS.
Si tienes éxito y te ganas amigos falsos y enemigos verdaderos,
LUCHA DE TODOS MODOS.
El bien que hagas hoy será olvidado mañana,
HAZ EL BIEN DE TODOS MODOS.
La sinceridad y la franqueza te hacen vulnerable,
SÉ SINCERO Y FRANCO DE TODOS MODOS.
Lo que has tardado años en construir puede ser destruido en una noche,
CONSTRUYE DE TODOS MODOS.
Alguien que necesita ayuda de verdad puede atacarte si lo ayudas,
AYUDALE DE TODOS MODOS.
Da al mundo lo mejor que tienes y te golpearán a pesar de ello,
DA AL MUNDO LO MEJOR QUE TIENES DE TODOS MODOS.


 Atribuido a las  Beata Teresa de Calcuta

miércoles, 20 de marzo de 2013

HEMOS REGRESADO DE JAVIER



El fin de semana del 8 al 10 de marzo más de 40 jóvenes peregrinamos al Castillo de Javier, cuna de san Francisco.
Un encuentro lleno de alegría, lleno de paz, lleno de amor, por fin, el encuentro de los encuentros.
Caminar desde Pamplona hasta Javier no fue fácil, pero llegamos. Treinta y seis kilómetros de mucha vida, de límites y superaciones, de caminar con compañeros, compañeros de Jesús.
Confieso que si yo estuviese sólo no aguantaría los primeros diez kilómetros. Sí, ‘seguro’. Al principio todo es bueno. La idea de caminar hasta Javier es maravillosa, la voluntad de hacer la experiencia es grande, pero si yo hubiese estado solo, toda idea, toda voluntad, se quitaría en los diez primeros kilómetros.
La experiencia de caminar con otros compañeros fue magnífica. Compañeros que no conozco, compañeros de otros sitios, de niños hasta ancianos. Compañeros voluntarios preocupados por nuestra alimentación, por nuestro bienestar. En momentos en los que no podía más, momentos en los que yo ya no aguantaba más, en momentos en los que mis pensamientos si volvían hacia mis piernas y pies doloridos, miraba a mis compañeros. Y muchas veces, con una mirada que decía “estamos juntos” ya bastaba para que se renovase el ánimo. Cuando no podía más y las miradas no eran suficiente, oía palabras de ánimo y cuando las palabras no tenían fuerza, la acción de aguardar un rato de descanso también animaba. En este camino tuve muchos compañeros, pero también fui uno de los compañeros.
Cuanto más se acercaba el castillo de Javier, más disminuían las fuerzas de las piernas y de los pies. Pero, cuanto más cerca, más ánimo tenia de animar a los compañeros. Cuando íbamos llegando, yo pude mirar a los compañeros que necesitaban una mano, compañeros que necesitaba atención, compañeros que necesitaban una sonrisa que les dijese “estamos juntos”. Esto fue precioso. Un tesoro que nadie me ha de quitar.
Al llegar al Castillo caí en desolación. Sí, no lo podía creer. Le decía al Señor, ¿por qué estoy aquí? Al volver, mis compañeros me preguntaba cómo fue la Javierada, y yo les respondía: “Bien. Me ha gustado vivir un poco de la cultura, me ha gustado ir al castillo, un encuentro de amigos. Pero, no he vivido ninguna espiritualidad”. Yo estaba en desolación. La verdad es que el Señor, en este fin de semana, no me habló con su voz y sí lo hizo por medio de la naturaleza, de los compañeros, de la vida, de la cultura y me he fijado en lo que el Señor ha hecho en mi vida. El Señor me ha cambiado la vida. Poco a poco me está enseñando a vivir como Él quiere. El Señor me ha dado la oportunidad de vivir todo con amor. Ahora, al llegar a mi casa estoy seguro de que eso es también espiritualidad. La lógica decía que no había sentido todo eso, pero el corazón gritaba diciendo que yo he vivido con amor, he dejado hablar a los sentimientos, que esta experiencia fue un momento de acercarme al Señor y a los compañeros.
En momentos nuestro camino rumbo al cielo también es así. El camino es largo, muchos kilómetros. Al principio el ánimo es total, queremos llegar hasta el cielo, queremos caminar con fuerzas, tenemos muchas ganas. Pero el camino no es un camino fácil, el camino es un camino largo y difícil.
En momentos, durante nuestro caminar, no aguantamos más, las piernas y los pies ya están heridos. En nuestro ser, no encontramos más fuerzas para seguir caminando. Por eso es importante caminar con otros compañeros, caminar con compañeros que te animen con una mirada, con una palabra, con una oración, con una sonrisa… Que esté contigo en ratos de descanso y te ayude a descansar y seguir caminando. Creo que eso es muy importante para llegar hasta el cielo. Repito, el camino no es fácil, pero la vida eterna vale cualquier esfuerzo ahora, pues allí tenderemos ratos y más ratos para descansar al lado del nuestro Señor Jesucristo.
Doy gracias a todos los que han pasado por mi vida durante esta Javierada. Doy gracias por la invitación, doy gracias por todos, gracias por ser parte de mi pequeña historia.

Christian Charles, Comunidad de Jóvenes "Ignacio Ellacuría"

martes, 19 de marzo de 2013

SAN JOSÉ



Celebramos hoy la fiesta de San José, patrono de nuestra Parroquia. Os esperamos en la celebración de la eucaristía esta tarde, a las 20 h.


lunes, 18 de marzo de 2013

CUARESMA, TIEMPO DE LIMOSNA




El inventor norteamericano Charles Goodyear terminó sus días arruinado en 1860 después de ver morir a seis de sus doce hijos y tras una vida llena de penurias económicas (incluyendo varias estancias en la cárcel). Apenas veinte años antes había descubierto por casualidad el proceso de vulcanización del caucho que podría haberle hecho inmensamente rico, pero cometió el error de compartir su hallazgo con Thomas Hancock y Charles Macintosh, quienes patentaron la idea.
Sin embargo, dejó escrito que “La vida no debería contarse exclusivamente en dólares y centavos. No estoy dispuesto a quejarme de que yo he plantado y otros han recogido los frutos. Un hombre tiene motivos para lamentarse sólo cuando siembra y nadie recoge”.
Sembrar. Aunque no sea yo quien recoja. Dar. Darse. Para hacer el mundo más amable, aunque no sea yo quien lo disfrute. Si mi corazón se compadece por el que pasa algún tipo de necesidad no podré evitar pasar a la acción. Sin esperar recompensa. Un corazón compasivo es un tesoro en sí mismo. Lo demás… lo dará por añadidura.

No temas, pequeño rebaño, que vuestro Padre ha decidido daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna. Procuraos bolsas que no envejezcan, un tesoro inagotable en el cielo, donde los ladrones no llegan ni los roe la polilla. Pues donde está vuestro tesoro, allí también está vuestro corazón. (Lc. 12, 32-34)

¿Qué entrañas de misericordia, que corazón compasivo siento latir en mí?
¿Alguna vez he entendido la limosna como entrega de mí mismo?
¿Paso por la vida tratando de sembrar el bien para los demás?

jueves, 14 de marzo de 2013

PAPA FRANCISCO


La Iglesia tiene, tenemos, nuevo Papa. Nuestra oración por él y por todos los que formamos el Pueblo de Dios.
Acompañamos la entrada con una imagen del nuevo Papa cuando aún era arzobispo de Buenos Aires, que recoge su deseo de en todo amar y servir.

CUARESMA, TIEMPO PARA EL PERDÓN

lunes, 11 de marzo de 2013

LA PASIÓN, UNA HISTORIA PARA HOY



En un mundo intenso, vertiginoso, donde todo ocurre rápido, donde es posible vivir surcando por la realidad, sin zambullirse en ella, donde los sentimientos son intensos, pero fugaces, y a menudo la realidad nos zarandea, el relato de la Pasión es una historia que atraviesa el tiempo para hablarnos de las vidas, posibilidades y realidad de las personas de carne y hueso.
Fortaleza y fragilidad, esperanza y desesperación, amor y soledad, hondura y superficialidad, todo ello lo descubrimos en la Pasión y se convierte en un espejo y una ocasión para reflexionar sobre nuestras propias vidas.

Ciclo de charlas de José María Rodríguez Olaizola sj
Lunes, 11 de marzo: Con pies de barro, lecciones de la fragilidad.
Martes, 12 de marzo: Encrucijadas e intemperies
Miércoles, 13 de marzo: Los buscadores de Dios

20 h. Salón Padre Basabe - Jesuitas
Paseo de San Antonio 14 

lunes, 4 de marzo de 2013

AMOR DE OBRAS NO DE PALABRAS



Se acercaba el momento de poner rumbo a Cottolengo, de salir de la rutina y sumergirse en una nueva experiencia. Los nervios y el miedo de no saber cómo iba a enfrentarme a lo que allí me iba a encontrar empezaban a surgir, acompañados, también, de ganas de emprender este viaje. Viaje, que sin lugar a dudas, ha dejado huella.
Tras un camino de presentaciones, curvas y risas, llegamos a nuestro destino. Destino que se convertiría en pocos minutos, gracias al cariño recibido de la gente de allí, en nuestra casa. Desde un primer momento te das cuenta que el Cottolengo es una familia. Una familia donde a pesar de las limitaciones y la enfermedad de cada uno se ponen todos al servicio del otro, sin dejar en ningún momento de lado la alegría. Son todo un ejemplo; personas enfermas, pero sin dejar de ser felices que nos enseñan a valorar lo que tenemos y que nos muestran que por encima del tener o el poder está el ser.
Con el sol iluminando poco a poco las montañas del valle según iba amaneciendo, empezábamos el sábado. El temor que surgió momentos antes de montarme en el coche el día anterior, volvía a aparecer. Temor a no saber qué hacer, a cómo actuar, a saber estar a la altura de las circunstancias… Pero gracias a mis compañeros, a las hermanas y a los propios enfermos desapareció ese miedo y volvió a aparecer la alegría y la ilusión de poder poner un granito de arena en esa casa.  Es fácil sentirse cómoda en una casa donde lo que reina es la alegría y la disponibilidad de la gente por ayudarte y verte bien. Por la tarde, sintiéndome una más de la gran familia, disfrutamos de “la Oca de Cottolengo” y tuve la oportunidad de escuchar historias apasionantes de la vida de algunos internos. Momentos que no tienen precio, porque conociéndote de pocas horas ponen en ti toda su confianza y se abren a ti para que tú llegues a ellos, les escuches y les des cariño.
Segundo Domingo de Cuaresma. La Transfiguración. Me levanté con la ilusión de poder convivir con estas personas que te enseñan tanto sin muchas veces decir palabra. Después de los “buenos días” llenos de felicidad y cariño y del desayuno llega la Eucaristía. Eucaristía en la que me tocó aguantar las lágrimas por la emoción de sentir tan presente a Dios en las canciones, en las peticiones de cada uno, en el silencio de la Consagración, en la participación de todos en la homilía y, sobre todo, en la fe que todos demuestran en sus obras. Fe que es admirable. Fe que nos muestra el verdadero rostro de Jesús, hoy transfigurado.
Ha sido un fin de semana intenso, lleno de alegrías, sonrisas, besos, historias, emociones, canciones, abrazos, lágrimas, risas… Un fin de semana lleno de “amor de obras y no de palabras”. Un fin de semana de agradecimiento.
Han sido unos días en los que he admirado la fe de las monjas que están allí día tras día, al lado de los enfermos, dándoles cariño, atendiéndoles, sin pedir nada a cambio, viviendo de lo que a otros les sobra o no quieren. He admirado a todos los voluntarios que pasan por allí dando lo mejor de ellos. Y, por supuesto, admiración a todos y cada uno de los que allí se encuentran, que aceptan su enfermedad dando gracias a Dios y que ponen por delante de ellos a toda la gente que quieren.
Irene Junco, Comunidad de Jóvenes "Cardenal Martini"