lunes, 30 de junio de 2014

SELFIES


Con la fotografía digital y las redes sociales los jóvenes de hoy se han hecho cientos de veces más fotos que la generación de sus padres en su juventud, cuando había que poner carretes en las cámaras y revelar las fotos. Entonces la manera de compartirlas era enseñando álbumes o en portarretratos. Ahora cualquier teléfono puede almacenar miles de imágenes y se comparten instantáneamente para que todos los contactos la puedan ver.
Selfie es la palabra creada para llamar a la foto que alguien se hace a sí mismo. Desde aquel selfiede unos jóvenes con el Papa o el de Ellen DeGeneres en la gala de los Oscars hay poca gente que no haya posado para uno. ¿Por qué tanto selfie? Puede ser porque es más rápido que pedir a alguien que nos haga la foto; pero también puede ser porque nos dejemos por ese regusto narcisista que nos da vernos en fotos. Casi todos tenemos algún contacto que nos agota a base de tanto selfie y más si son de esas personas que salen siempre con la misma cara en distintos escenarios.
En las redes sociales mostramos algo −quizá algunos demasiado− de lo que somos. Vamos subiendo fotos, escribiendo cosas, comentando las de otros... Podemos de vez en cuando preguntarnos qué hay en nuestro muro. ¿Son solo selfies o dejo lugar a otros? ¿quiénes salen en mis fotos? ¿hay lugar para la justicia, o para la fe? ¿qué temas salen en mi muro y con qué perspectiva los abordo?
Javier Montes sj en Pastoralsj

domingo, 29 de junio de 2014

San Pedro y San Pablo


En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”. Ellos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”. Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le respondió: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Mt. 16, 13-19

lunes, 23 de junio de 2014

¡¡GRACIAS!!


Lipdub que han hecho con mucha ilusión los Jóvenes del Milagro para despedir a los que, después de caminar juntos durante unos años, Dios envía a un nuevo destino. Detrás de estas imágenes hay mucha gente que ha participado y ha estado presente. De algún modo, todos salimos en el vídeo.
El Milagro, una gran familia.

"Al final del camino me preguntarán -¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres". (Pedro Casaldáliga)

domingo, 22 de junio de 2014

CORPUS CHRISTI


El Papa Francisco está repitiendo que los miedos, las dudas, la falta de audacia… pueden impedir de raíz impulsar la renovación que necesita hoy la Iglesia. En su Exhortación “La alegría del Evangelio” llega a decir que, si quedamos paralizados por el miedo, una vez más podemos quedarnos simplemente en “espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.
Sus palabras hacen pensar. ¿Qué podemos percibir entre nosotros? ¿Nos estamos movilizando para reavivar la fe de nuestras comunidades cristianas, o seguimos instalados en ese “estancamiento infecundo” del que habla Francisco? ¿Dónde podemos encontrar fuerzas para reaccionar?
Una de las grandes aportaciones del Concilio fue impulsar el paso desde la “misa”, entendida como una obligación individual para cumplir un precepto sagrado, hacia la “eucaristía” vivida como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su esperanza en Cristo.
Sin duda, a lo largo de estos años, hemos dado pasos muy importantes. Quedan muy lejos aquellas misas celebradas en latín en las que el sacerdote “decía” la misa y el pueblo cristiano venía a “oír” la misa o “asistir” a la celebración. Pero, ¿no estamos celebrando la eucaristía de manera rutinaria y aburrida?
Hay un hecho innegable. La gente se está alejando de manera imparable de la práctica dominical porque no encuentra en nuestras celebraciones el clima, la palabra clara, el rito expresivo, la acogida estimulante que necesita para alimentar su fe débil y vacilante.
Sin duda, todos, pastores y creyentes, nos hemos de preguntar qué estamos haciendo para que la eucaristía sea, como quiere el Concilio, “centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana”. Pero, ¿basta la buena voluntad de las parroquias o la creatividad aislada de algunos, sin más criterios de renovación?
La Cena del Señor es demasiado importante para que dejemos que se siga “perdiendo”, como “espectadores de un estancamiento infecundo” ¿No es la eucaristía el centro de la vida cristiana”. ¿Cómo permanece tan callada e inmóvil la jerarquía? ¿Por qué los creyentes no manifestamos nuestra preocupación y nuestro dolor con más fuerza?
El problema es grave. ¿Hemos de seguir “estancados” en un modo de celebración eucarística, tan poco atractivo para los hombres y mujeres de hoy? ¿Es esta liturgia que venimos repitiendo desde hace siglos la que mejor puede ayudarnos a actualizar aquella cena memorable de Jesús donde se concentra de modo admirable el núcleo de nuestra fe?

domingo, 15 de junio de 2014

DOMINGO DE LA TRINIDAD


CONFIAR EN DIOS
El esfuerzo realizado por los teólogos a lo largo de los siglos para exponer con conceptos humanos el misterio de la Trinidad apenas ayuda hoy a los cristianos a reavivar su confianza en Dios Padre, a reafirmar su adhesión a Jesús, el Hijo encarnado de Dios, y a acoger con fe viva la presencia del Espíritu de Dios en nosotros.
Por eso puede ser bueno hacer un esfuerzo por acercarnos al misterio de Dios con palabras sencillas y corazón humilde siguiendo de cerca el mensaje, los gestos y la vida entera de Jesús: misterio del Hijo de Dios encarnado.
El misterio del Padre es amor entrañable y perdón continuo. Nadie está excluido de su amor, a nadie le niega su perdón. El Padre nos ama y nos busca a cada uno de sus hijos e hijas por caminos que sólo él conoce. Mira a todo ser humano con ternura infinita y profunda compasión. Por eso, Jesús lo invoca siempre con una palabra: “Padre”.
Nuestra primera actitud ante ese Padre ha de ser la confianza. El misterio último de la realidad, que los creyentes llamamos “Dios”, no nos ha de causar nunca miedo o angustia: Dios solo puede amarnos. Él entiende nuestra fe pequeña y vacilante. No hemos de sentirnos tristes por nuestra vida, casi siempre tan mediocre, ni desalentarnos al descubrir que hemos vivido durante años alejados de ese Padre. Podemos abandonarnos a él con sencillez. Nuestra poca fe basta.
También Jesús nos invita a la confianza. Estas son sus palabras: “No viváis con el corazón turbado. Creéis en Dios. Creed también en mí”. Jesús es el vivo retrato del Padre. En sus palabras estamos escuchando lo que nos dice el Padre. En sus gestos y su modo de actuar, entregado totalmente a hacer la vida más humana, se nos descubre cómo nos quiere Dios.
Por eso, en Jesús podemos encontrarnos en cualquier situación con un Dios concreto, amigo y cercano. Él pone paz en nuestra vida. Nos hace pasar del miedo a la confianza, del recelo a la fe sencilla en el misterio último de la vida que es solo Amor.
Acoger el Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús, es acoger dentro de nosotros la presencia invisible, callada, pero real del misterio de Dios. Cuando nos hacemos conscientes de esta presencia contÍnua, comienza a despertarse en nosotros una confianza nueva en Dios.
Nuestra vida es frágil, llena de contradicciones e incertidumbre: creyentes y no creyentes, vivimos rodeados de misterio. Pero la presencia, también misteriosa del Espíritu en nosotros, aunque débil, es suficiente para sostener nuestra confianza en el Misterio último de la vida que es solo Amor.

lunes, 9 de junio de 2014

TIEMPO ORDINARIO


Tras el tiempo de Pascua y la celebración de la fiesta de Pentecostés, retomamos el Tiempo Ordinario.
Los portugueses llaman al Tiempo Ordinario Tempo comum… Tiempo común, de todos y para todos.
Que el buen Dios nos aleje de lo ordinario, que hagamos de nuestro tiempo un tiempo para todos. Que vivamos el Tiempo Ordinario como el más extraordinario de los tiempos…
Fuente Pastoralsj

domingo, 8 de junio de 2014

PENTECOSTÉS


VIVIR A DIOS DESDE DENTRO

Hace algunos años, el gran teólogo alemán Karl Rahner se atrevía a afirmar que el principal y más urgente problema de la Iglesia de nuestros tiempos es su “mediocridad espiritual”. Estas eran sus palabras: el verdadero problema de la Iglesia es “seguir tirando con una resignación y un tedio cada vez mayores por los caminos habituales de una mediocridad espiritual”.
El problema no ha hecho sino agravarse estas últimas décadas. De poco han servido los intentos de reforzar las instituciones, salvaguardar la liturgia o vigilar la ortodoxia. En el corazón de muchos cristianos se está apagando la experiencia interior de Dios.
La sociedad moderna ha apostado por “lo exterior”. Todo nos invita a vivir desde fuera. Todo nos presiona para movernos con prisa, sin apenas detenernos en nada ni en nadie. La paz ya no encuentra resquicios para penetrar hasta nuestro corazón. Vivimos casi siempre en la corteza de la vida. Se nos está olvidando lo que es saborear la vida desde dentro. Para ser humana, a nuestra vida le falta una dimensión esencial: la interioridad.
Es triste observar que tampoco en las comunidades cristianas sabemos cuidar y promover la vida interior. Muchos no saben lo que es el silencio del corazón, no se enseña a vivir la fe desde dentro. Privados de experiencia interior, sobrevivimos olvidando nuestra alma: escuchando palabras con los oídos y pronunciando oraciones con los labios, mientras nuestro corazón está ausente.
En la Iglesia se habla mucho de Dios, pero, ¿dónde y cuándo escuchamos los creyentes la presencia callada de Dios en lo más hondo del corazón? ¿Dónde y cuándo acogemos el Espíritu del Resucitado en nuestro interior? ¿Cuándo vivimos en comunión con el Misterio de Dios desde dentro?
Acoger al Espíritu de Dios quiere decir dejar de hablar solo con un Dios al que casi siempre colocamos lejos y fuera de nosotros, y aprender a escucharlo en el silencio del corazón. Dejar de pensar a Dios solo con la cabeza, y aprender a percibirlo en los más íntimo de nuestro ser.
Esta experiencia interior de Dios, real y concreta, transforma nuestra fe. Uno se sorprende de cómo ha podido vivir sin descubrirla antes. Ahora sabe por qué es posible creer incluso en una cultura secularizada. Ahora conoce una alegría interior nueva y diferente. Me parece muy difícil mantener por mucho tiempo la fe en Dios en medio de la agitación y frivolidad de la vida moderna, sin conocer, aunque sea de manera humilde y sencilla, alguna experiencia interior del Misterio de Dios.

viernes, 6 de junio de 2014

ESPÍRITU DE… CONTRADICCIÓN


Tras unos meses de acumular papeles en mi habitación y tareas pendientes en la agenda, por fin me he decidido a poner un poco de orden en mi vida. No sin mucho esfuerzo los libros apuntes y papeles varios que pueblan mi mesa van encontrando finalmente su lugar en algún rincón de mi cuarto. A medida que la montaña de papeles va disminuyendo recuerdo por qué quise sepultar lo que había debajo, y me entristezco. Poco a poco van apareciendo los abrazos que no he dado en estos meses, el perdón que no te supe pedir, el consuelo que no quise acoger, la caricia que no me atreví a ofrecer y las sonrisas que me guardé para después. ¿Y ahora dónde meto toda esta vida que me he reservado solo para mí?
De nada me vale acumular los minutos de mis días para otro momento, no puedo esconder mi corazón en el fondo del cajón porque cuando me haga falta puede que ya no lo encuentre. La vida está para ser vivida, pero además tras la Pascua puedo afirmar con seguridad que la vida, mi vida, solo es vida verdadera cuando la entrego, cuando no le guardo para mí. Durante la Pasión te he visto dar la vida por tus amigos, dar la vida por mí. Te he visto morir en la Cruz y allí donde todos esperaban fracaso y pérdida Tú has dado vida en abundancia.
Yo también quiero seguirte, quiero entregar mi vida por otros, quiero ser semilla que cae en la tierra para dar fruto. Pero me da miedo porque sé que no es un camino sencillo, tu Cruz sigue siendo hoy signo de escándalo y necedad en el mundo. Sigo confiando en mis propias fuerzas en lugar de aceptar mi fragilidad y ponerla a tu servicio, reconociendo que en mi debilidad reside tu fuerza. Me descubro buscando los primeros puestos en vez de hacerme, como Tú, siervo de todos. Pero no me desanimo, no me detengo, sigo confiando, sigo caminando, sigo viviendo, sigo amando. Sigo pidiendo que en este tiempo de Pascua nos envíes tu Espíritu de contradicción.
Ángel Benítez-Donoso sj, publicado en Pastoralsj

jueves, 5 de junio de 2014

ESPÍRITU DE… EQUIPO


Hace un tiempo fui a una charla donde una de las ponentes decía que el mundo de la empresa estaba cambiando y que lo que se buscaba ahora eran personas con buen nivel académico, pero lo que más peso tendrá a la hora de la contratación será la capacidad de trabajar en equipo (empatía, gestión emocional, resolución de conflictos…).
Días después me surgió la siguiente pregunta: ¿qué espíritu de equipo podemos aportar los seguidores de Jesús a los grupos humanos (familiares, amistad, laborales…) de los que somos parte?
Un espíritu de equipo donde se capacita a las personas, se cree en ellas y se les ayuda a sacar lo mejor que tienen. Todos estamos llamados a brillar, que no a deslumbrar. (Parábola de los talentos. Mt 25, 14-30).
Un espíritu de equipo donde seamos capaces de librarnos de nuestros egos personales (miedos, afán de protagonismo, poder…) y busquemos el bien común. San Pablo escribe que estamos llamados a ser personas libres (Ga 5, 13).
Un espíritu de equipo donde se tienen en cuenta los momentos personales y se da respuesta a ellos (Tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber. Mt 25, 31-46).
Un espíritu de equipo que corrige, que enseña, que ayuda a mejorar pero buscando el bien de la persona respetando siempre su dignidad, sin humillar, quitando miedos, inseguridades, creyendo en las personas y capacitándolas a levantarse. (Levántate toma tu camilla y vete a tu casa. Mc 2, 1-12).
Un espíritu de equipo donde nuestra mayor seña de identidad sea el servicio y la colaboración. (El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor. Mt 20, 20-28).
Un espíritu de equipo donde las personas somos sagradas porque cada uno de nosotros somos templo de Dios.
Agustín Couto Picos @aguscoutopicos, publicado en Pastoralsj

miércoles, 4 de junio de 2014

ESPÍRITU DE… CONFIANZA

Que no… que no puedo, no insistas.
Si es que no merece la pena, siempre termina igual.
Me conozco bien, sé que estoy solo y que no puedo permitirme sufrir más.
¿Para qué voy a empezar si no va a dar en nada? No hay ninguna expectativa...
Nada, que todo acabó, que estoy vencido.
Claro que lo intenté, y acabé recorriendo los caminos del mundo noche y día, siempre perdido.
No fueron suficientes mis capacidades, ni mis esfuerzos… ni siquiera mis grandes éxitos.
¿En qué podré confiar entonces? Ya todo acabó…
Si no es el miedo lo que me paraliza, es sólo pena lo que me motiva…
¿Un reino de amor desinteresado, de paz, de justicia, de felicidad compartida?
¡¡Ya me gustaría!! Claro que siento ese anhelo profundo… pero ¿para qué escucharlo?
Ya perdí bastante de mi tiempo con eso…
Ya peleé esas batallas, ya aprendí a perder, a que no se me escuchase…
¿Otra vez? Con lo mal que acabó las anteriores veces…
¿Que me ponga en camino de nuevo? Pero, ¿hacia dónde?
Oye… sabes que estoy lleno de miedos, y que por mis fuerzas no seré capaz…
¿Tú serás mi apoyo? ¿Tú serás mi consuelo? ¿Y mi refugio o la luz que me guíe?
Como no me ayudes con mi fe y no me des fuerzas, yo no lo consigo… no.
Está bien, tiene sentido…
Es posible que vaya siendo tiempo de confiar…
Pero es que… ¡¡No!! Se acabaron los “peros”…
Sí, tienes razón… Algo por dentro me dice que esta vez sí.
Algo me dice que siempre mereció y merecerá la pena.
Por ti, ¡¡me lanzo!!
Fonfo Alonso-Lasheras sj, publicado en Pastoralsj

martes, 3 de junio de 2014

ESPÍRITU DE… HUMOR


Si lo pruebas te cambia la vida. El lugar donde seguro habita Dios. El mejor regalo. Produce contagio y atracción. El síntoma evidente de una vida sanada. Lo que tiñe de confianza y seguridad a todo el que está alrededor. La opción para que los demás respiren, descansen. Abre brechas que acercan a Jesucristo. Requisito imprescindible es que ensanche horizontes, que sea compartido con otros y que, en ocasiones, te lo apliques a ti mismo. Acompaña a toda persona abierta que afronta el futuro con espaldas anchas donde caben otros. El termómetro del tiempo entregado, de un precio que se paga consciente, de una cruz bien llevada y que puede liberar a muchos. El lenguaje de la novedad, la oferta irrenunciable y, quizás, el desafío más necesario: recordar al mundo que Padre se dice sonriendo, que Hijo se pronuncia riendo y que es el rastro indiscutible de un Espíritu que sólo puede ser Santo.
Íñigo H. Alcaraz sj, publicado en Pastoralsj

lunes, 2 de junio de 2014

XIV ESTACIÓN: PENTECOSTÉS


Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la casa donde se alojaban. Aparecieron lenguas como de fuego, repartidas y posadas sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse. Residían entonces en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todos los países del mundo. Al oírse el ruido, se reunió una multitud, y estaban asombrados porque cada uno oía a los apóstoles hablando en su propio idioma. Fuera de sí por el asombro, comentaban: “¿No son todos los que hablan galileos? ¿Pues cómo los oímos cada uno en nuestra lengua nativa? Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y los distritos de Libia junto a Cirene, romanos residentes, judíos y prosélitos, cretenses y árabes: todos los oímos contar, en nuestras lenguas, las maravillas de Dios”.
Hch. 2, 1-11

Mira que sois cabezotas… habéis visto el sepulcro vacío, se os ha aparecido, habéis tocado sus llagas, le habéis visto ascender al cielo… pero nada… erre que erre… seguís encerrados, con miedo y sin creer que un nuevo tiempo ha comenzado.
No, no… no te equivoques… no hablamos de los discípulos… hablamos de ti, de mí, de todos los hombres y mujeres que hoy en día nos llenamos de orgullo al decir que seguimos al Resucitado… pero que no actuamos según el Espíritu, que preferimos seguir encerrados, hablando entre nosotros… ¿Cuándo vamos a empezar a actuar según el motor que decimos que nos impulsa?.
Para los apóstoles aquella mañana de Pentecostés fue diferente. Sintieron una fuerza interior que les hizo caer en la cuenta que su seguridad era el Señor Resucitado, y que esta verdad tiene que ser proclamada. Se sintieron llenos del Espíritu y ya no pudieron continuar encerrados, como si nada hubiera ocurrido. El corazón les ardía y las ganas de salir a proclamar la alegría de un Dios vivo era mayor que su miedo y  sus dudas. Y así, de esta manera tan llena de luz, nació el tiempo del Espíritu, el tiempo de la Iglesia.
Y desde ese día, después de experimentar la verdad del Resucitado y recibir su Espíritu, cada uno de nosotros estamos llamados a librarnos de nuestros temores, a salir de nuestras zonas de seguridad e ir a cada rincón del Mundo y proclamar, con alegría, la Buena Noticia.

domingo, 1 de junio de 2014

VII DOMINGO DE PASCUA: LA ASCENSIÓN


NO CERRAR EL HORIZONTE

Ocupados solo en el logro inmediato de un mayor bienestar y atraídos por pequeñas aspiraciones y esperanzas, corremos el riesgo de empobrecer el horizonte de nuestra existencia perdiendo el anhelo de eternidad. ¿Es un progreso? ¿Es un error?
Hay dos hechos que no es difícil comprobar en este nuevo milenio en el que vivimos desde hace unos años. Por una parte, está creciendo en la sociedad humana la expectativa y el deseo de un mundo mejor. No nos contentamos con cualquier cosa: necesitamos progresar hacia un mundo más digno, más humano y dichoso.
Por otra parte, está creciendo el desencanto, el escepticismo y la incertidumbre ante el futuro. Hay tanto sufrimiento absurdo en la vida de las personas y de los pueblos, tantos conflictos envenenados, tales abusos contra el Planeta, que no es fácil mantener la fe en el ser humano.
Sin embargo, el desarrollo de la ciencia y la tecnología está logrando resolver muchos males y sufrimientos. En el futuro se lograrán, sin duda, éxitos todavía más espectaculares. Aún no somos capaces de intuir la capacidad que se encierra en el ser humano para desarrollar un bienestar físico, psíquico y social.
Pero no sería honesto olvidar que este desarrollo prodigioso nos va “salvando” solo de algunos males y de manera limitada. Ahora precisamente que disfrutamos cada vez más del progreso humano, empezamos a percibir mejor que el ser humano no puede darse a sí mismo todo lo que anhela y busca.
¿Quién nos salvará del envejecimiento, de la muerte inevitable o del poder extraño del mal? No nos ha de sorprender que muchos comiencen a sentir la necesidad de algo que no es ni técnica ni ciencia ni doctrina ideológica. El ser humano se resiste a vivir encerrado para siempre en esta condición caduca y mortal.
Sin embargo, no pocos cristianos viven hoy mirando exclusivamente a la tierra, Al parecer, no nos atrevemos a levantar la mirada más allá de lo inmediato de cada día. En esta fiesta cristiana de la Ascensión del Señor quiero recordar unas palabras del aquél gran científico y místico que fue Theilhard de Chardin: “Cristianos, a solo veinte siglos de la Ascensión, ¿qué habéis hecho de la esperanza cristiana?”.
En medio de interrogantes e incertidumbres, los seguidores de Jesús seguimos caminando por la vida, trabajados por una confianza y una convicción. Cuando parece que la vida se cierra o se extingue, Dios permanece. El misterio último de la realidad es un misterio de Bondad y de Amor. Dios es una Puerta abierta a la vida que nadie puede cerrar.