lunes, 30 de diciembre de 2013

OTRO AÑO QUE SE NOS VA


Otro año que se nos va. Y como todos los finales de año parece que toca hacer balance y elaborar una lista de propósitos de año nuevo. Y como siempre volveremos a proyectar todas nuestras expectativas y esperanzas en el año que viene.
Nos damos cuenta de todo aquello que nos ha llenado de verdad, de todos aquellos que han compartido nuestros momentos, de aquellas cosas que queremos cambiar, de aquellas actitudes que queremos mantener. Es como si el 31 de diciembre fuera un día mágico en el que decidimos mirar más allá.
Y es entonces cuando miramos con ojos nuevos al año nuevo. Y esperamos que este nuevo año nos traiga salud o trabajo, que las cosas nos salgan mejor. Le pedimos al año nuevo mejores resultados académicos, o más tiempo para nosotros, o para la familia, o quizá para un voluntariado.
Pues siento decepcionar a los ilusos. Pero el nuevo año no va a traer trabajo, ni buenas notas, ni más tiempo, ni va a solucionar nuestros problemas. NO. El nuevo año lo único que puede traer son 365 días, 365 oportunidades para que seas tú mismo el que trate de cambiar tus actitudes, quizá no los acontecimientos, pero sí tu manera de acercarte a ellos.
Siento decepcionar también a los conformistas, a los que dejáis en manos de otros los rumbos de vuestras vidas, creyendo que no podéis hacer nada por cambiar el curso de vuestra historia y de la de otros. El año que viene va a traer momentos de exigencia, de toma de decisiones: todas ellas suponen ir marcando el camino: el propio y el de los que caminan al lado (aquí y un poco más lejos).
Sí, creo en el ser humano y estoy convencida de su capacidad para cambiar las cosas. Me niego a pensar que no tengo nada que decir en mi vida y en las otras vidas. Me niego a asumir que las cosas las cambian otros y que no tengo ni responsabilidad ni poder sobre un mundo que es mío, tuyo, de todos. Y de esta manera, “obrar como si todo dependiera de mí misma, sabiendo que al final todo depende de Él”.
El balance es necesario y también el marcarse unas metas, el revisar nuestro Proyecto. Pero puestos a elegir un día mágico me quedo con el 25 de diciembre y puestos a pedir, mejor que al año nuevo, prefiero pedir a Dios que ilumine mi camino, que no se canse de estar moldeándome, que sepa mirar con ojos confiados y renovados.
Laura García

martes, 24 de diciembre de 2013

DIOS ES AMOR: ¿NECESITAS MÁS MOTIVOS PARA LA ESPERANZA?


Y llegados a este punto del Adviento, se hace muy presente el mayor motivo que hoy encuentro para la esperanza, que no es otro que el amor. “El amor todo lo cree, el amor todo lo espera”.
Cuando uno está enamorado cambia la mirada y el corazón. Y ahí está la clave, porque la espera del enamorado tiene como componente principal la alegría confiada por un encuentro que transforma. E igual de importante es que nos cambie el encuentro, como que la esperanza sea también transformadora. Porque la esperanza tiene una dimensión dinámica que invita a la búsqueda, al ir más allá, a encontrar motivos en el corazón más allá de los obstáculos.
Así que sí, la clave es enamorarse. Enamorarse de las personas, de nuestras capacidades, de nuestro poder para sembrar esperanza, enamorarse de la vida. Y es en ese vivir apasionados en el que casi sin querer crece la esperanza, que no necesita más motivos que el amor que nace en un corazón sencillo y dispuesto. Sin olvidarnos claro, de que si yo puedo amar es porque Él me amó primero.
Por si acaso esté Adviento la vida nos ha pillado demasiado “ocupados”, dicen que esta noche nacerá una nueva esperanza, una nueva oportunidad para el AMOR, un regalo en forma de Dios encarnado: pequeño, frágil… Hoy podemos vivir el día como fin de la espera, como encuentro, como comienzo. Yo quiero vivirlo como presencia de Aquel que es esperanza en sí mismo, y que nos recuerda que el Amor de Dios puede nacer todos los días si encuentra corazones esperanzados que lo acojan. Hoy nace de nuevo la oportunidad de abrazar la VIDA con mayúsculas. ¿Te lo vas a perder?
Laura García

lunes, 23 de diciembre de 2013

ESPERARÉ




Esperaré a que crezca el árbol 
y me dé sombra.
Pero abonaré la espera con mis hojas secas.
Esperaré a que brote el manantial 
y me dé agua.
Pero despejaré mi cauce 
de memorias enlodadas.
Esperaré a que apunte 
la aurora y me ilumine.
Pero sacudiré mi noche
de postraciones y sudarios
Esperaré a que llegue 
lo que no sé y me sorprenda.
Pero vaciaré mi casa de todo lo enquistado.
Y al abonar el árbol, 
despejar el cauce,
sacudir la noche 
y vaciar la casa, 
la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza.

Benjamín González Buelta

domingo, 22 de diciembre de 2013

IV DOMINGO DE ADVIENTO


Bécquer dijo una vez: “¿cómo la palabra, cómo un idioma grosero y mezquino, incapaz a veces de describir las necesidades de la materia puede servir de digno intérprete entre dos almas?”
Os confieso que hoy me siento así: he escrito y reescrito ideas sobre este texto y siento que ninguna termina de transmitir lo que siente mi corazón al leerlo. Quizás es que estoy poco inspirada… o igual es que tengo poco que añadir a lo que el Evangelio nos cuenta esta semana… Pero la verdad es que, cuando leo el fragmento de este domingo, cuando lo rezo tranquilamente o con prisas, me quedo una y otra vez en una sola frase… en tres palabras que me sobrecogen por el gran secreto que guardan, que me emocionan y me sobrepasan por el Amor que hay en ellas, tres palabras que me transforman por todo lo que implican… Tres palabras, sólo tres palabras que son la clave de todo:
Dios CON nosotros
Así que (a riesgo de no renovar mi contrato de comentarista de Evangelios) hoy no haré un comentario…  he decidido dejaros a solas con estas palabras, dejar  que sea Dios quien os hable directamente y no interferir con mi comentario…  Os invito a que busquéis un rato para rezarlas tranquilamente, para gustarlas, para sentir lo que significan para vosotros… Ojalá, a través de ellas, el Señor pueda encontrar  una vez más el camino para tocar vuestro corazón como ha tocado el mío.
¡Feliz Navidad a todos!
Nade

sábado, 21 de diciembre de 2013

¡CONFÍA!


Existe un juego muy conocido utilizado en las dinámicas de grupos para crear unión en el mismo. Se trata de formar un círculo de varias personas en pie rodeando a otra que se sitúa en el medio. Este individuo debe cerrar por completo los ojos y dejarse caer hacia cualquier lado confiando plenamente en sus compañeros. Estos le sostendrán evitando que se lastime pero acercándolo lo más cerca posible del suelo que le permitan sus fuerzas, para levantar posteriormente y comenzar de nuevo. Las personas colocadas en el medio deberán ir rotando.
Claro que siempre da mucho más vértigo lanzarse en paracaídas desde un avión, en parapente desde una colina o sujeto por una cuerda desde un puente. O, como Félix Baumgartner desde una cápsula en la estratosfera, eso sí es tener “bemoles” y confiar. Pero, para ser sinceros, pensar que te puedes dar un cogotazo sin ton ni son tampoco es agradable y cuesta dejarse caer y… confiar.
Sí, el miedo nos mantiene despiertos y alerta. No deja que seamos hojas secas de otoño volteadas por el viento sin control. Pero estar tan atorados y controlados por él nos hace ser también marionetas sin alma y sin corazón, preocupados por todo y por nada, y dejando a los demás que se busquen la vida como yo hago con la mía.
Controlarlo todo, absolutamente todo. ¡Eso es! Eso es lo que deseamos, en cada momento. Sintiéndonos como un superhéroe con poderes sobrenaturales. Pero he aquí que no lo somos. Y la frustración nos machaca, como la muela del molino sobre el trigo.
Sin embargo, hay una mano de madre y de padre que nos sostiene fuerte y nos acaricia suave, que nos anima a caminar sin dejar de hacerlo a nuestro lado, guiándonos.
Y no habrá que despreocuparse y dejar los problemas para que los solucionen otros. Tampoco funciona el “yo no valgo, yo no sé, no soy capaz…” Sabiendo y conociendo nuestras limitaciones podemos ser creadores, dadores de vida. Si al chico perdido o al mayor desahuciado le das una responsabilidad con confianza plena, te sorprenderás de los que es capaz, él o ella también. Y lo mejor es que no hay vuelta atrás. Un nuevo camino se ve por delante. Y mucho por hacer.
Cada día una lucha, con nuevo afán. Por algo nuevo o algo viejo que se renueva con más fuerza aún, siempre un impulso hacia adelante.
Saber que Él está ahí, confiando plenamente en mí. ¿Y yo confío?
¡Confía!
José Javier Redero Madruga

viernes, 20 de diciembre de 2013

ADVIENTO ES...


Para mí el Adviento es una época especial. No es para menos puesto que es mi tiempo de espera y preparación para la venida del Salvador.
En el Adviento se mezclan varios sentimientos. Sentimientos de esperanza, alegría y renovación. Éste último sobretodo vinculado a la familia, en la que resurgen de nuevo lazos más fuertes.
Evidentemente en el Adviento me planteo y replanteo cuestiones, dudas y miedos que disminuyen con la mencionada esperanza pero que siguen estando ahí y algunas noches hacen que me desvele. Algunas de mis dudas son:
¿En qué apoyo mi esperanza? ¿Confío en mi misma? ¿Confío en el hombre y en el progreso? ¿Me comprometo lo suficiente con los problemas? ¿Qué hago yo para que las cosas cambien, para hacer más creíble la esperanza?
El Adviento nos trae deseos y presencias. Cuando cultivas la esperanza, Cristo se hace presente.
Para mí el tiempo de Adviento consiste en LIMPIAR, ORDENAR, DECORAR y ALEGRAR el alma mientras espero a Jesús.

Helena Martín, Comunidad de Jóvenes "Nuwanda"

jueves, 19 de diciembre de 2013

LAS NIEVES DEL KILIMANJARO


A pesar de haber perdido su trabajo, Michel vive feliz con Marie-Claire, su esposa desde hace treinta años. Sus hijos y sus nietos los llenan de alegría. Tienen amigos muy cercanos. Están orgullosos de sus actividades sindicales y políticas. Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas. Pero ese bienestar salta por los aires cuando dos hombres armados y enmascarados los golpean, los atan y se fugan con sus tarjetas de crédito.
En la película vamos a descubrir que no es fácil mantenernos firmes, en nuestros principios, cuando la vida no nos lo pone nada fácil. Nuestros cimientos más fuertes se tambalean cuando nos sentimos heridos en lo más hondo de nuestro ser.
La vida, hoy, no nos lo pone fácil y sin embargo una vez más, el  Adviento nos ayuda a entender que tenemos que estar alertas, en vela, para no dejarnos envolver por el pesimismo dominante, nos recuerda que tenemos la misión de ser transmisores de esperanza y de creernos, de verdad, que las cosas se pueden hacer de otra forma, más justa, más humana. ¿Te apuntas?
Lola Apolo


miércoles, 18 de diciembre de 2013

¿PARA QUÉ SIRVE EL ADVIENTO?


Como se nos presenta en el vídeo: ¿para qué sirve el Adviento?, ¿para qué nos preparamos y por qué?
El Adviento es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios; es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas; nos preparamos para la Navidad, para la segunda venida de Cristo.
El año pasado, aprendí muchas cosas relacionadas con este tema, y entre ellas, me gustaría destacar la siguiente: durante estas cuatro semanas, todos estamos deseando la llegada de Cristo, y es muy característico pensar: ¿cómo vamos a celebrar la Navidad?, ¿con quién vamos a pasar estas fiestas?, ¿qué vamos a regalar?...
Pero se nos olvida lo principal: el día 25 de diciembre es el nacimiento de Jesús, y todos nos felicitamos entre nosotros sin darnos cuenta que a quién de verdad hay que felicitar es a él.
Es un tiempo para disfrutar, para reír, para el reencuentro, para vivirlo profundamente desde nuestra fe, para seguir caminando…
Así que… ¡No olvidemos el verdadero sentido del Adviento!

Cris Villoria, Comunidad de Jóvenes

martes, 17 de diciembre de 2013

MOTIVOS PARA LA ESPERANZA: CONFIANZA EN QUE OTRO MUNDO ES POSIBLE, SÓLO SI TODAS LAS PIEZAS DEL PUZZLE TRABAJAMOS JUNTAS


Quizá lo más bonito de la esperanza sea la capacidad de algunas personas para luchar por la esperanza de otros. Motivo para la esperanza me parece hoy que la gente salga a la calle manteniendo viva la esperanza de aquellos que la han perdido o aquellos que no tienen voz. Que los abuelos luchen por la educación de sus nietos, que a través de plataformas online podamos firmar a favor de distintas causas, que el estudiante pueda reivindicar los derechos del trabajador, y el trabajador se empeñe en luchar por la calidad en la educación, que los de acá luchemos por los de allá… Motivo para la esperanza es hoy, sentir que la sociedad “se mueve”, que no nos conformamos, que confiamos en que un mundo mejor depende de todos, depende de mí. ¿Y tú? ¿Te atreves a transmitir esta esperanza?

Laura García

lunes, 16 de diciembre de 2013

BUSCO TU NOVEDAD


Busco tu novedad
entre las presiones
de mis enemigos
que sofocan el corazón
y depositan parálisis
en el giro de mis decisiones.
Busco tu novedad
entre las expectativas
de mis amigos
que sin haberte escuchado
han trazado mis rutas
y me atan a ellas con cariño.
Busco tu novedad
entre mi hondura ambigua
que me ofusca el corazón
y se reviste de luces
para adueñarse con astucia
de mis sueños y tareas.
Busco tu novedad
entre la inercia terca
de las instituciones
programadas y sensatas
que recogen a plazo fijo
su cosecha esperada.
Busco tu novedad
entre ofertas de estrellas
con brillo de paraíso
al alcance de la mano
mientras madura tu don
en la sombra lenta.
¡Busco tu novedad!
Mis viejos odres
no resisten tu nuevo vino.
No remiendes con tela nueva
mi libertad gastada.
Haz nuevo mi ser entero
para que pueda acogerla.

Benjamín G. Buelta, sj


domingo, 15 de diciembre de 2013

III DOMINGO DE ADVIENTO


¿CÓMO RECONOCER AL MESÍAS?

Mt. 11, 2-11

Juan el Bautista, un profeta, un hombre de fe de quien todos hablan, e incluso el mismo Jesús le reconoce como un gran profeta… tiene un momento de duda ¿eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otros? se pregunta. ¿Cómo es posible que Él, teniendo delante al mismo Dios, tenga dudas?
En el texto se nos muestra como Jesús pide a sus discípulos que le confirmen que es Él y le hablen de “los signos que habéis visto”. Esos signos son su tarjeta de visita, sus credenciales para confirmar que verdaderamente Él es el Mesías que había de venir. Pero… espera: ¿qué signos son esos? ¿Un Dios en medio de los ciegos, de los leprosos, de los pobres y de los pecadores? La verdad es que eso suena bastante poco a la idea convencional que Dios todopoderoso que podrían tener por aquella época… ¿Un Dios entre los más frágiles? ¿Un Dios que no se impone? ¿Un Dios que come con pecadores?... qué difícil de creer, hasta para el mismo Juan que le había reconocido incluso estando en el vientre de su madre…
Podríamos tener la tentación de creer que 2000 años después ya hemos superado esa idea de Dios y que ya no le buscamos entre los grandes signos, los milagros y las grandes acciones… Pero, ¿realmente es así? ¿Dónde encontramos a Dios en nuestra vida? ¿Cuáles son los signos que esperamos de Él?
En medio del desierto, en los días difíciles, yo os confieso que no siempre me resulta fácil verle… En España era fácil construir la idea romántica de “estar entre los más pobres”; hablaba con unos y otros y nos decíamos: qué bonito sería ir a África, allí es más fácil encontrar a Dios… Y sí, cuando ves a un niño vestido con harapos y descalzo que corre hacia ti sólo para estrecharte la mano… puedo encontrar el amor de Dios en mi corazón que me pide que sea la mano que le acaricia y le hace sonreír con unas cosquillas… Pero en otras ocasiones resulta también muy complicado encontrarle. Cuando veo un pueblo que ha tenido que abandonar su casa a causa de la violencia y aun así tiene arraigada esa misma violencia en su modo de funcionar en los campos, un pueblo que aún establece discriminaciones en función de la etnia a la que pertenezcas o que  viola y minusvalora a sus mujeres, cuando me encuentro con algunos refugiados intentan engañarte para conseguir tus objetivos o que desconfían de tus intenciones… me pregunto ¿dónde están tus signos Señor? ¿Y qué puedo hacer yo por ti aquí?
Me encantaría deciros que tengo las respuestas, que después de un par de horas de oración profunda puedo resolver todos mis dilemas… Pero no es así, hay días de mucha oscuridad. A veces me cuesta entrar en esta lógica de Dios, descubrirle cuando las cosas se ponen difíciles y ser profeta cuando faltan las palabras…
Pero cuando lo pienso detenidamente… me doy cuenta de que lo que celebraremos en unos días es precisamente esa lógica distinta de quien nos quiere infinitamente, incondicionalmente, generosamente…  Un Dios que tiene otra manera de hacer las cosas pero que ha decidido ser un “Dios-con-nosotros”…  Y eso quiere decir lo que quiere decir: Él, de entre todas las opciones posibles, ha decidido que quiere ser parte de nosotros, vivir en medio de nuestra vida… con sus complejidades, sus dolores y su pobreza…  con nuestros pecados y nuestras contradicciones… Porque nos ama, porque espera lo mejor de nosotros y quiere nuestra felicidad por encima de todo... ¿No es eso algo muy grande?
Y cuando contemplo ese regalo, vuelvo a sentirme profundamente llamada a estar aquí a intentar imitar, con mis infinitas limitaciones, un amor tan grande… a hacer de ese Amor mi bandera y mis credenciales. Estoy convencida de que aunque mi cabeza dura y mi corazón atascado a veces no puedan encontrarle… estoy aquí porque me quiere aquí y esto es parte de su plan… y Él también está, Él me busca y me llama… como a cada uno, estemos donde estemos.
Aprovechemos este tiempo de Adviento para salir a su encuentro, para hacer como Juan y seguir buscándole con más y más fuerza a pesar de las dudas y las dificultades… porque es Él el que había de venir y no tenemos que esperar a otros.
¡Feliz Adviento!
Nade


sábado, 14 de diciembre de 2013

MY HOPE IS YOU: A TI LEVANTO MI ALMA (Salmo 24)



Si ya tenemos GPS que nos guíen no necesito nada más para llegar a mi destino. Aunque puede ser que no haya actualizado los mapas o software, o que el hardware no soporte las nuevas aplicaciones. Entonces me llevará directo a perderme o incluso directamente a un lago o al final de una carretera sin destino. Y esto ha ocurrido de verdad, no me lo invento.
Pero es que no se trata de aparatejos que, todo sea dicho, nos ayuden en muchas ocasiones. Se trata de nosotros, de ti y de mí. De vidas, de personas.
Para ese camino vital, con sus llanos y días soleados y con sus escarpadas colinas y climatología adversa, necesitamos un guía, un sherpa. Porque no es ningún paseo dominical, son nuestras vidas. Un guía que me mostrará el camino y la manera de marcar cada paso. Pero que caminarlo con confianza y lealtad. Sabiendo de su dureza, pero poniendo todo el corazón en ello.
Si me parto una pierna o me tuerzo un tobillo, habrá servicios de salvamento con toda su parafernalia para llevarme a un hospital y curarme. Pero, ¿y si se trata de mí? ¿Y si se trata de ti, que estás delante de mi? ¿Y si se trata de otro tipo de dolor? Es el corazón entrañable de Dios, la misericordia, el que me repara y me levanta para dar un nuevo paso.
La esperanza es lo último que se pierde, queda guardada en la caja de Pandora. Pero ahí quieta no molesta. El problema es que la Esperanza con mayúscula me remueve y me mueve. Es un banco incómodo, es una chincheta en el asiento.
¿Esperanza activa? Dejarse hacer y confiar, poniendo todo al servicio de Dios, para la construcción del Reino. ¡Puf, qué complicado! ¿Hay algo más fácil para elegir? No, rotundo. En nuestra tienda sólo nos queda el “Sí” de María.
José Javier Redero Madruga

viernes, 13 de diciembre de 2013

ADVIENTO EN ENDRINAL

Imagen: "Endrinal", óleo sobre lienzo de Rubén de Luis.
El Adviento nos llega en el calendario litúrgico coincidiendo con el momento en el que nuestro pueblo se queda con muy poquitos vecinos pues ya se han marchado los últimos rezagados del verano. Parece una paradoja que cuando unos se marchan, otros esperamos la celebración de la llegada del Señor. Sin embargo no es un tiempo incómodo contagiado por el frío del invierno y la soledad, pues es la luz del día que comienza a crecer y la llegada de la Navidad lo que empieza a dar sentido a nuestras vidas.
Mientras el pueblo mantiene su habitual ritmo lento, un tiempo de quietud y sosiego en el que parece que no pasan cosas, el Adviento nos invita a estar en vela, atentos a esta realidad nuestra silenciosa y rural, y a preguntar a Dios, nuestro Padre, qué quiere que hagamos hoy y aquí por Él, cómo quiere que allanemos el camino para que pueda entrar en cada una de nuestras anónimas casas, cómo discernir en nuestro trayecto la senda del Suyo, dónde me quiere, y cómo me quiere. La respuesta a todas estas preguntas es el resultado de una larga amistad, no siempre fácil, pues como buenos y viejos amigos ha tenido, y tiene, sus altibajos. Me pide que esté alegre en lo pequeño, como hiciera María, su madre, avivando la lumbre de la casa y compartiendo sus brasas candentes llevándolas a la casa de los vecinos y vecinas, especialmente a la de aquellos que sufren el frío de estas rigurosas noches, porque aquí también nacerá Jesús y vendrá para amarnos y quedarse.

Elena Guzmán Martín, CVX en Salamanca
Endrinal (Salamanca)

jueves, 12 de diciembre de 2013

EL OCTAVO DÍA


Un hombre de negocios, con agenda llena pero con una vida personal y familiar más bien vacía, se topa en la carretera con un joven con síndrome de Down que también tiene su historia. Juntos contarán los días y descubrirán todo lo que Dios ha creado y recreado para ellos. La película nos invita a hacer un alto en el camino, a revisar nuestros días con sus aciertos y desaciertos, a abrirnos a lo nuevo, a lo no explorado, a lo que suena imposible o ilógico como el “octavo día de la semana”. Una película que nos recuerda aquel texto del Eclesiastés: “Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol: tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de sanar; tiempo de destruir y tiempo de construir; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar” (Ecl. 3, 1-4)


miércoles, 11 de diciembre de 2013

ADVIENTO ES...


Cuando nos preguntan ¿qué es Adviento? Todos o casi todos tendemos a contestar con la respuesta más clara, aquella que llevamos escuchando desde que éramos pequeños: “Adviento son las cuatro semanas antes de que nazca Jesús, las cuatro semanas antes de Navidad”
Pero Adviento es mucho más que eso. Es un tiempo de preparación y con eso no me refiero a la preparación de festivales y galas de Navidad, que también, me refiero a preparar nuestros corazones.
Y es que preparar el corazón para acoger a Jesús no es una tarea tan fácil como parece, nos encontramos en un mundo caótico en el que todo son prisas y estrés, plazos de entrega, actividades, clases, trabajo… Un mundo en el que prima el ahora y la funcionalidad y yo me pregunto… ¿Cómo encaja el Adviento en todo esto?
Yo este año me he propuesto no dejarme llevar por el dinamismo general y parar. Parar con el fin de reflexionar, de buscar a Dios en ese mundo caótico y hacerle un hueco en mi vida. Es un objetivo tan pequeño y a la vez tan grande que no puedo hacerlo sola.
Y es que el Adviento es tiempo también de comunidad, de ayudar y dejarse ayudar, ya sea acudiendo a las reuniones, escuchando pacientemente a quien necesite que le escuchen o haciendo figuras de plastilina. Todos podemos aportar nuestro granito de arena para que éste año Jesús se encuentre más a gusto que nunca entre nosotros. Y es que tal y como dice nuestro lema de este año: “Juntos hacemos el Milagro”.

Laura González, Comunidad de Jóvenes "Cardenal Martini sj"

martes, 10 de diciembre de 2013

MOTIVOS PARA LA ESPERANZA: SIEMPRE PARECE IMPOSIBLE HASTA QUE SE HACE


¿Acaso hay mayor motivo para la esperanza que creer apasionadamente en que este no es el mundo que queremos, que Él quiere? Esperanza es creer que la única causa perdida es aquella por la que nadie está dispuesto a luchar. Esperanza es confianza en que las cosas pueden cambiar, en que algo nuevo está por llegar. Motivo de esperanza es la vida entregada de hombres y mujeres de carne y hueso, como Nelson Mandela, que nos recuerda que la esperanza es luchar, saltar obstáculos, confiar, soñar, pelear, darse, esperanza no es solo esperar. Aquello que soñamos y esperamos de manera activa es lo que nos mantiene “vivos”. ¿Estás preparado para comprometerte con esa esperanza?
Laura García

lunes, 9 de diciembre de 2013

MARÍA, MUJER DE ESPERANZA


Te fiaste. Sin sucumbir al temor, a las prevenciones, a lo sorprendente. Te fiaste de Dios, aunque hacerlo te pusiera en situaciones complicadas. Dijiste “sí”, poniendo tu vida en sus manos, sin hacer caso a las habladurías, a las posibles incomprensiones. Y esa palabra valiente se convierte, también hoy, para mí, en llamada. A tener valentía a la hora de vivir la fe. A tener coraje para tomar en serio el evangelio. A tener audacia para buscar formas de hacerlo real en este mundo, hoy, aquí y ahora.

Niña con el mundo en el alma.
Sutil, discreta, oyente,
capaz de afrontar riesgos.
Chiquilla de la espera,
que afronta la batalla
y vence al miedo.
Señora del Magníficat,
que canta la grandeza
velada en lo pequeño.
Y ya muy pronto, Madre.
Hogar de las primeras enseñanzas,
discípula del hijo hecho Maestro.
Valiente en la tormenta,
con él crucificada
abriéndote al Misterio.
Refugio de los pobres
que muestran, indefensos,
su desconsuelo
cuando duele la vida,
cuando falta el sustento.
Aún hoy sigues hablando,
atravesando el tiempo
mostrándonos la senda
que torna cada «Hágase»
en un nuevo comienzo.

José María R. Olaizola, sj

domingo, 8 de diciembre de 2013

II DOMINGO DE ADVIENTO


Alégrate… pues nada es imposible para Dios

Lc. 1, 26-38


El año pasado tuve la suerte de viajar a Tierra Santa donde visitamos la Basílica de la Anunciación. Allí, en el silencio acogedor de una basílica imponente, se nos invitaba a rezar contemplando el fragmento que leemos esta semana en la Eucaristía. Al leer el texto, yo me imaginaba a la pobre María, una chica normal y corriente, en medio de sus tareas cotidianas; corriendo, quizás, de aquí para allá para hacer todos los recados del día… Una chica normal y corriente a la que, de repente, se le aparece un ángel para decirle: “Alégrate María, que he venido a complicarte un poco la vida”… Quiero decir: “Alégrate María, que vas a tener en tu vientre al Hijo de Dios”. Honestamente, por mucha fe que una tenga, una noticia como esta le tiene que dejar de piedra. María tenía ya su vida planeada de alguna manera; no olvidemos que estaba comprometida con José, un buen hombre con el que se casaría en breve, tendría una familia; tendría sus amigos, sus aficiones… todo iba bien, todo era normal. Y, de repente, el Señor pone patas arriba su vida haciéndole partícipe de una tarea que, aunque maravillosa, no está exenta de complicaciones: ¿cómo decírselo a su familia? ¿qué va a pensar José? ¿es que yo seré capaz de asumir una responsabilidad tan grande…?
En ese contexto, yo me pregunto: ¿de verdad puede uno alegrarse cuando le complican la vida de esa manera?
Salvando muy mucho las distancias, este pasaje del Evangelio me recuerda un poco al momento en el que me planteé en serio la posibilidad de venirme a África. Yo había estado dándole vueltas a la cabeza al asunto (tonteando un poco con la idea), hasta que un día, hablando con un muy buen amigo, tomé consciencia de que el Señor me pedía un compromiso más fuerte. En ese momento, me di cuenta de que había una llamada tan real y tan tangible que era imposible no escucharla…. Os puedo asegurar que, como María, lo que primero que sentí no fue precisamente “alegría” sino más bien un torrente de preguntas que ponían en mi corazón algo bastante más parecido al miedo. Esa noche, y otras muchas de las que vinieron después, no pude dormir dándole vueltas a la cabeza… sopesando mil y unas cuestiones que “tendría que solucionar”: ¿Cómo le cuento yo esto  a mi madre, a mis hermanos, a mis amigos? ¿Qué pasa con mis planes de tener un trabajo estable, de encontrar una pareja? ¿Voy a abandonar la vida en Salamanca, mis amigos, mi parroquia… con todo lo feliz que esto me hace? ¿Es que seré capaz de encajar bien esta experiencia, de vivir de cerca el dolor de los otros o, incluso, de vivir tanto tiempo fuera de casa sin todas las comodidades materiales (y también espirituales) que tengo aquí?
El Señor me estaba pidiendo algo muy muy grande y de alguna manera me decía: “Nade, sí, eso es lo que quiero para ti… quiero que te compliques la vida por Amor”…  Repito: ¿de verdad puede uno alegrarse cuando le complican la vida de esa manera?
La respuesta una vez más la encontramos en el Evangelio. Si avanzamos un poco en el texto, encontramos el momento en que el Ángel le dice a María: “nada es imposible para Dios”. Y es verdad…  En mi caso, fue el fortalecimiento de la relación personal e íntima con el Señor  lo que me fue dando la paz (y las respuestas) progresivamente.  La oración personal, el discernimiento acompañado, la vida en la comunidad y la misión con mis chavales en la parroquia sirvieron de instrumentos para que el Señor fuera eliminando los miedos y aumentando la certeza de que era aquí, en el Tchad, donde me quería. No fue un camino fácil, ciertamente, pero sí un camino muy bonito: de aprender a confiar en el Señor, de descubrir que a veces Él ha preparado para nosotros caminos que ni habíamos imaginado recorrer, de comprender que son esos caminos los que dan pleno sentido a nuestra vida. De dejar que Dios se haga presente en este mundo a través de mi vida…
Eso es lo que nos enseña el texto de hoy: el “sí” de María fue la clave para que Dios pudiera encarnarse. Ciertamente, a veces parece que Dios nos pide cosas imposibles… pero, si escuchamos atentos y le dejamos hacer en nosotros… entonces los miedos desaparecen y  descubrimos que es ahí donde tenemos que estar, que es ahí donde queremos estar… Entonces, sólo queda un sentimiento: la Alegría.
¿Por qué tengo miedo, si nada es imposible para ti?

¡Feliz Adviento!
Nade

sábado, 7 de diciembre de 2013

¡SIEMPRE QUEREMOS MÁS!


Todos necesitamos querer y sentirnos queridos, pero para eso necesitamos esperar y estar bien atentos a nuestro interior y a la realidad que nos rodea.
Nos pasamos la vida esperando cosas que deseamos. Queremos crecer, abrazar, perder el miedo, sentirnos bien, que nos quieran, dar más de nosotros mismos… Pero nos pasamos la vida esperando a que llegue alguien que nos llene y nos quiera, olvidando lo que ya existe en nuestra vida cotidiana que está repleta de Su Presencia.
Esto sólo pasará si estamos vigilando atentos y vivimos profundamente el momento. ¿Por qué no buscamos en lo sencillo de nuestra vida? ¿Por qué anhelamos una realidad que esperamos? ¿Por qué no apostamos y nos dejamos la vida en lo que ya tenemos dejándonos sorprender por ello?

Esa espera sería más real, más sentida, más sorprendente y más verdadera. ¡Vigilad cada paso de vuestro camino! Dejaos sorprender y vivir cada instante sin esperar grandes acontecimientos, dejando a un lado promesas que no se cumplen. Porque siempre habrá algo sencillo pero intenso a la vez por lo que apostar y que ya está justo a nuestro lado.
Lourdes Ramajo

viernes, 6 de diciembre de 2013

ADVIENTO ES...


No hay nada más bonito y sobrecogedor que la felicidad que genera un recién nacido en una familia. Durante las semanas previas se quiere tener todo preparado, la habitación, la ropita, la cuna… y el deseo de que al fin nazca va marcando todos los minutos. En ese tiempo te vas haciendo consciente de que tu vida va a cambiar radicalmente porque ya no vas a mirar sólo por tus ojos, vas a ver también por los ojos de ese niño que cuando te mire te va a devolver esa mirada inocente, llena de bondad, esa mirada dispuesta a descubrir y maravillarse con la creación.
Para mí eso es el adviento. Es el ir adecuando mi corazón, limpiándolo, sacando los trastos viejos o inservibles,  haciendo de él un hogar para que el Niño more. Pero sobre todo es desear que lo trasforme todo en nuevo para que reaprenda a mirarle y mirar a su creación con su mirada inocente y bondadosa, que ilumina y pacifica.
Esto te lleva a querer hacer felices a todos lo que te rodean (tu familia, amigos, compañeros de trabajo) y vivir con verdadera alegría la Navidad. Pero, sobre todo,  dejarte afectar por Él y por toda la realidad que nos rodea y seguir buscando que caminos son los que nos llevan a Él y a Belén para adorarle.

Leticia Hermida, CVX A Coruña

jueves, 5 de diciembre de 2013

LA CIUDAD DE LA ALEGRÍA


El Adviento nos invita a salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestras zonas de confort y seguridad. Y salir para comprometernos y encontrarnos con el que ya está aquí, caminando junto a nosotros en cada lugar, en cada situación… en especial con los más pobres. El Adviento es una invitación para llenar de alegría la vida de los que más lo necesitan, porque todo lo que no se da, se pierde.



miércoles, 4 de diciembre de 2013

ADVIENTO ES...


En los días de Adviento, las luces comienzan a llenar las calles, los escaparates y los hogares. A veces, estas luces se difuminan con el consumismo navideño, dejando un vacío muy grande, si no se va más allá. ¿Qué luz seguimos los cristianos en este tiempo?
Para mí, la luz de este tiempo de espera tan importante y especial es el niño Jesús. Nos preparamos de nuevo en estos veinticinco días para recibirlo a Él, tan frágil, tan humano…y, al mismo tiempo, ¡tan divino! Hoy en día también seguimos esa estela de la estrella fugaz, como los Reyes Magos de Oriente hicieron en su tiempo, para encontrarnos con Él.
Sin embargo, podéis preguntaros: ¿quién espera a quién? Muchas veces no somos conscientes de que también nos espera a cada uno de nosotros, ¡me espera a mí! Y este es un regalo tan bonito que es difícil de expresar con palabras. Nos renueva por dentro y nos da la oportunidad de volver a nacer a su lado. Creo que es importante cuidar a los nuestros en estos días para que a ellos también les llegue esta nueva esperanza.  Por eso, deseo que este Adviento sea un tiempo único para todos, el que podamos crecer por dentro y hacernos de nuevo pequeñitos, frágiles y tiernos, aprendiendo de Él.

“Abre la puerta, no digas nada, deja que entre…”

Sara Lorenzo Fraile, Comunidad de Jóvenes Ignacio Ellacuría

domingo, 1 de diciembre de 2013

I DOMINGO DE ADVIENTO



Velad, esperad... estad preparados
Mt. 24, 37-44

Señoras y Señores: ¡Hoy empieza el Adviento! He de reconocer que me ha costado un poco darme cuenta porque por aquí escasean las luces por las calles y los villancicos, los belenes gigantes o las oraciones, convivencias y tablones parroquiales que te dan pistas y te preparan un poquito para este tiempo fuerte.
Pero si, también en medio del desierto, donde el dinero del mes no da para comprar árboles de navidad y los cristianos somos una gran minoría… también aquí empieza el Adviento.  Y, aunque me gustan mucho las guirnaldas y las figuritas de los Belenes, lo cierto es que esta “austeridad” en el contexto me obliga a ir al fondo de la cuestión: ¿Qué es realmente esto del Adviento?
Como siempre, es el Evangelio el que me recoloca un poco y me da las respuestas. Durante toda la semana he rumiado y rezado el texto de hoy y, una y otra vez, me quedo anclada en una palabra: Velad. Un verbo que resume la actitud  principal de nuestro corazón en este tiempo (estar atentos) y que a la vez esconde una certeza: el Señor vendrá.
Coincide que en esta época de mi vida, tengo ante mí un ejemplo muy potente de “gente que espera” y que me hace pensar mucho sobre la actitud que Jesús nos propone hoy. Los refugiados de Darfur llevan 10 años en Tchad y, sin embargo, la gran mayoría de ellos se aferra a su deseo de volver a la tierra que aman profundamente. Muchos llevan aquí casi los mismos años que vivieron en Sudán e incluso algunos se han casado y sus hijos han nacido y se han criado aquí…  Sin embargo, la gran mayoría quiere volver a su lugar de origen, esperan el día en el que la paz reine en su pueblo y puedan volver a casa… y, sobretodo, no dejan que nadie les arrebate ese sueño.
Pero, aunque ese deseo parece unánime en todos ellos, mi impresión es que una de las cosas que distingue a unos de otros es el modo en el que –consciente o  inconscientemente- viven este tiempo de espera.
Para algunos de ellos esta estancia en Tchad es simplemente un kit-kat, una pausa en medio de sus vidas, de sus proyectos…. Y, de alguna manera, “sobreviven” aquí en tanto que esperan que llegue la paz y el momento de volver a casa.
Otros, al contrario… siguen construyendo sus vidas aquí con el deseo de ir sentando las bases para el futuro: envían sus niños a la escuela y trabajan para que esta escuela sea la mejor posible. En algunas de las reuniones a las que asisto hablan de la importancia de la escuela y se recuerdan (nos recuerdan) que tenemos que invertir en la Educación, que ese es el único tesoro que se llevarán a su tierra… Que serán los niños, jóvenes y adultos educados y formados quienes puedan construir la paz en un pueblo que añoran desde hace tanto tiempo. Es decir, sueñan con el futuro pero se implican activamente en la construcción del presente que les llevará hasta allí.
De alguna manera siento que esa es una diferencia que puede también aplicarse a los cristianos (incluso los que nos decimos “comprometidos”) durante este tiempo de Adviento. Algunos esperan la Navidad y creen firmemente que el Señor viene para quedarse con nosotros; pero el Adviento es simplemente el tiempo que falta para que eso pase, no les cambia en nada… Otros viven intensamente estos días, preparan su corazón con mimo y cuidado para recibir al Señor a mesa puesta… (y otros, quizás, nos movemos un poco “entre pinto y valdemoro”).  Pero Jesús nos habla hoy “alto y claro” y nos propone una vez más la hoja de ruta: mirar al futuro pero viviendo el presente…  Nos invita a esperar activamente, a estar preparados (o, como diría San Ignacio de Loyola, “hacer todo como si dependiera de mi, pero sabiendo que al final todo depende del Señor”).
Así que, sea cual sea el telón de fondo de mi Adviento este año, yo me siento invitada una vez más a no darlo todo por sentado, a no apoltronarme en el sofá y simplemente “esperar que llegue”. Hoy Jesús me invita a escrudiñar la realidad para encontrar en ella las pistas que me hablan de su Reino… a limpiar las telarañas de mi corazón para hacer mucho, muchísimo hueco… porque el Amor llega, y llega en abundancia… y recibirlo no es algo que se improvise… ¿A qué te invita a ti?
¡Feliz Adviento!

Nade