lunes, 28 de marzo de 2011

DIOS NO JUEGA CON NOSOTROS

Creo que todos tenemos experiencia, propia o ajena, de encontrarnos en algún momento de la vida con el dolor, el sufrimiento, la culpa…el mal. La muerte de un familiar, una enfermedad que trunca la vida, una traición, un engaño, un desencuentro o, quizá, la incomprensión de los miles de muertos por hambre en el mundo, las guerras o las catástrofes naturales. Mal que nos afecta, que padecemos, o mal que hacemos. Y surge la pregunta; ¿es Dios pasivo ante nuestro dolor? ¿Por qué lo permite? ¿Me lo manda Él? ¿Acaso existe un Dios así? Preguntas que surgen de la propia fuerza del sufrimiento y la angustia. Y no es raro encontrar gente que ha dejado de creer, a veces con profunda amargura, porque no ha encontrando una respuesta coherente a estas preguntas.

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