lunes, 13 de enero de 2014

COTIDIANO


Tras celebrar la fiesta del Bautismo del Señor, retomamos la vida cotidiana después del parón navideño: ¿sabremos ver y encontrarnos en esa cotidianeidad con el Dios-con-nosotros que nos ha nacido y camina a nuestro lado?
A veces parece más fácil encontrarte en lo especial, en lo diferente, en lo extraordinario. En una experiencia única, en una amistad increíble, en un amor apasionante, en un acto de heroísmo, en una cruz tremenda…
Pero lo cierto es que también estás en lo cotidiano, en lo que ocurre cada día, en el hoy. Y es importante aprender a verte ahí.
Eres el Dios de lo normal, de las horas tranquilas, de las relaciones serenas, de los gestos sencillos, de las melodías familiares, de las pequeñas alegrías y de las renuncias discretas.
Aunque a veces me cuesta darme cuenta. Parece que siempre tiene uno que estar sintiendo mucho, viviendo mucho, experimentando algo nuevo, diferente. Parece que de otro modo estás encerrado en una vida vulgar.
Pero en realidad lo que es un poco absurdo es valorar solo lo especial, o creer que eso es lo que da sentido a la vida.
Porque hay muchas vivencias cotidianas que, si lo pienso bien, son algo grande: el plato en la mesa cada día, la palabra, llena de posibilidades, el ocio, el trabajo, aprender, estudiar, las rutinas que van marcando los días, los términos medios, las inquietudes por cosas sencillas…
¡Ayúdame, Señor, a valorar tu presencia cada día!


No hay comentarios: