Le quitaron sus vestiduras, la
única posesión que le quedaba, la túnica hecha por María, y le dejaron desnudo
delante de todos. Reconozco que me impresiona mucho imaginarme a Jesús así, sin
nada, a la vista de todos; despojado de sus vestiduras. Vino al mundo sin nada
entre las manos, y se fue del mismo modo, después de haberlo entregado todo.
Pero el despojo de Jesús empezó
mucho antes. Al principio se había despojado de su rango de Dios. Después se
despojó de su familia, de su trabajo, de su tiempo. Y finalmente de su propia
vida. Quizá los soldados que le quitaban la túnica y le dejaban desnudo delante
de todos pensaban que le estaban robando. Pero no era así, no podían robarle
nada porque ya lo había entregado todo con su palabra, sus gestos y su vida. No
le quedaba nada que dar entre los dedos y tal vez por ello tiene más fuerza el
hecho de que fuera a la cruz sin nada. Porque así nos enseñó que para quien
ama, no es posible retener. Que la vida se entrega al desnudo, sin plazos, de
una sola vez y a corazón abierto.
Cada vez que contemplo a Jesús
Despojado, no puedo dejar de mirar a todos los despojados que nos rodean.
Porque él sigue en ellos, despojado de su rango, pasando por uno de tantos.
Está en los que son desahuciados y por tanto despojados de su vivienda. En
quien duerme en la calle y se vuelve prácticamente invisible a nuestros ojos.
En los que no tienen más salida que vender su cuerpo, despojándolo de su
dignidad. En quien es abandonado, despojado del cariño que toda persona debería
tener...
Allí está Jesús, en los últimos, en
los despojados. Nos está esperando, pero muchas veces nos es imposible llegar
hasta él. Tenemos tantas cosas que nos atan, tantas obligaciones, tantos
prejuicios, tantas barreras. Solo hay un camino, y es el que Él nos enseñó: el
camino del despojo. Solo si nos quitamos todas estas vestiduras y ataduras
podremos caminar para atenderle. Solo si entendemos que la única vida que
merece la pena es la que se entrega, despojada de todo, podremos ser como Él y
así salir al paso de todos los que nos necesitan. Es difícil, necesitamos su
ayuda, pero Él va delante, marcando el
paso y el camino.
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