Cayó por primera vez… por segunda… y más tarde llegó la tercera caída.
La más dura, la más humana. Estaba cansado, frustrado por las caídas anteriores
y el peso que cada vez era más insoportable.
Muchas veces, nos enfadamos con el mundo y contigo, Jesús; te ayudamos
a caer y eres pisado. Cuando no nos salen las cosas como queremos, con los
agobios de las clases, exámenes, las tareas pendientes o cuando nos damos
cuenta de que otro mes más nos ha invadido la sociedad en la que vivimos con su
falta de humanidad, sencillez y paciencia.
Con todo eso, no nos damos cuenta de lo afortunados que somos, de
todos los privilegios que tenemos, oportunidades y seres queridos que están
siempre a nuestro lado incondicionalmente. Creo que es más que motivo para
levantarse no sólo una vez sino aunque nos caigamos miles de veces.
Jesús cayó por tercera vez, la más dura; pero al igual que las dos
primeras veces, ésta también se levantó. Se levantó con más fuerza. Porque era
su lucha, su convicción, tomó el camino más difícil y se levantó una tercera
vez por nosotros. Porque nos amaba.
Señor, te pido que cada vez que caiga me recuerdes que no tengo motivos
para frustrarme o enfadarme. Que tengo un gran punto de apoyo en las personas
que me rodean y me quieren. Que hay que levantarse siempre, pues no es fácil
tomar el camino que no está hecho y arriesgar, pero que las cosas que merecen
la pena conllevan esfuerzo y con ello tropiezos en el camino. Porque sé que
cada vez que me caigo te paras a ayudarme a seguir y que mi peso lo llevas Tú
cuando me siento agotada, aunque a veces se me olvide.
Pilar Usero Hercilla. Comunidad de Jóvenes “Ignacio Ellacuría”
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