… y no lo vemos caer. Estamos distraídos, consumidos, evadidos o
dormidos, cae empobrecido a nuestro lado y no lo vemos…
Jesús cae bajo el peso de la cruz, la cruz que yo le he puesto, lo
se, no dejo de ser un poco cómplice de todo lo que está pasando ahora, aunque
no soy un actor principal de los que aparecen en las crónicas como Pilato y
Herodes, yo estaba allí, entre la muchedumbre que gritaba "¡Barrabas!
¡Barrabas!". Quizás yo no gritaba, pero con mi silencio asentía.
Ahora Jesús cae, pero ¿que pasa conmigo? al fin y al cabo bastante
ocupado estoy yo con mis caídas, ¿no? Cuando consiga arreglar todas las cosas
que tengo entre manos le ayudaré, si, definitivamente cuando acabe este
proyecto y vuelva a tener tiempo para mí lo primero que haré será ir a donde
está Jesús y decir "Hola buenos días, venía para ayudar.", si, iré,
pero esta semana no que estoy muy ocupado.
El hombre cae bajo el peso del mundo en el que vive, de sus reglas
del juego, de su manera de funcionar, bajo el peso de una sociedad de la que
formo parte, quizás no soy un actor principal de los que salen en las noticias
como Rajoy, Urdangarín o Merkel, pero yo estaba allí, el 7 de enero esperando a
que empezaran las rebajas, o haciendo el corro en aquella pelea de la fiesta de
la facultad, o aceptando aquel descuento del 21% correspondiente al IVA del
chaperón de la lavadora. No me gustan estas reglas del juego, por eso no me
dejo poseer por el ansia de consumo, en las peleas miro para otro lado, y no
soy yo el que evade impuestos, pero es mi silencio el que perpetúa estas
reglas, las mantiene vigentes a pesar de ser injustas, a pesar de que a nadie
nos gusten.
El hombre cae, los hombres caen, a veces, hasta mi propio amigo,
que lo tengo al lado, es un hombre que cae. Cae, pero no me doy cuenta, estoy
tan ocupado con mí día a día que no soy capaz de ver su sufrimiento, y por
culpa de esta ceguera no puedo ofrecerle mi ayuda, ofrecerle mi amor. Solo que
me lo pidiera y dejaría todo para ayudarle, pero ahora estoy demasiado ocupado
para estar pendiente de si esta bien o si esta mal, si esta mal me avisaría
¿no? La semana que viene, cuando haya acabado con todas estas cosas que tengo
que hacer que me tienen agobiado, le llamo, quedamos para tomar un café, y que
me cuente que tal le va la vida desde la última vez que nos vimos, que ya hace.
Raúl García Pulido, Comunidad "Ignacio Ellacuría"
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