Otro año que se nos va. Y como todos los finales de
año parece que toca hacer balance y elaborar una lista de propósitos de año
nuevo. Y como siempre volveremos a proyectar todas nuestras expectativas y
esperanzas en el año que viene.
Nos damos cuenta de todo aquello que nos ha llenado
de verdad, de todos aquellos que han compartido nuestros momentos, de aquellas cosas
que queremos cambiar, de aquellas actitudes que queremos mantener. Es como si
el 31 de diciembre fuera un día mágico en el que decidimos mirar más allá.
Y es entonces cuando miramos con ojos nuevos al año
nuevo. Y esperamos que este nuevo año nos traiga salud o trabajo, que las cosas
nos salgan mejor. Le pedimos al año nuevo mejores resultados académicos, o más
tiempo para nosotros, o para la familia, o quizá para un voluntariado.
Pues siento decepcionar a los ilusos. Pero el nuevo
año no va a traer trabajo, ni buenas notas, ni más tiempo, ni va a solucionar
nuestros problemas. NO. El nuevo año lo único que puede traer son 365 días, 365
oportunidades para que seas tú mismo el que trate de cambiar tus actitudes,
quizá no los acontecimientos, pero sí tu manera de acercarte a ellos.
Siento decepcionar también a los conformistas, a los
que dejáis en manos de otros los rumbos de vuestras vidas, creyendo que no
podéis hacer nada por cambiar el curso de vuestra historia y de la de otros. El
año que viene va a traer momentos de exigencia, de toma de decisiones: todas
ellas suponen ir marcando el camino: el propio y el de los que caminan al lado
(aquí y un poco más lejos).
Sí, creo en el ser humano y estoy convencida de su
capacidad para cambiar las cosas. Me niego a pensar que no tengo nada que decir
en mi vida y en las otras vidas. Me niego a asumir que las cosas las cambian
otros y que no tengo ni responsabilidad ni poder sobre un mundo que es mío,
tuyo, de todos. Y de esta manera, “obrar
como si todo dependiera de mí misma, sabiendo que al final todo depende de Él”.
El balance es necesario y también el marcarse unas
metas, el revisar nuestro Proyecto. Pero puestos a elegir un día mágico me
quedo con el 25 de diciembre y puestos a pedir, mejor que al año nuevo, prefiero
pedir a Dios que ilumine mi camino, que no se canse de estar moldeándome, que
sepa mirar con ojos confiados y renovados.
Laura García
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