El pasado fin de semana (del 21 al 23 de noviembre)
tuve la oportunidad de disfrutar de un regalazo: un grupo de jóvenes de
distintas provincias españolas tuvimos la suerte de compartir tres intensos días
de experiencia de comunidad en Salamanca.
Los días giraron en torno a la temática de la Iglesia.
Hubo tiempo para recordar nuestra historia personal de Iglesia, replantearnos el
papel que jugamos en ella (como individuos, como colectivo joven, cada uno
desde nuestros grupos…), para soñar juntos la Iglesia que queremos construir y
que queremos vivir. Hubo tiempo para sentir que juntos sumamos, que en
Comunidad se hace más fácil llegar a las fronteras, a los últimos. Tiempo para
el testimonio de Alfonso y Belén sobre cómo vivir la Iglesia en familia y tiempo para entender lo que supone hacer de
nuestra vida una Eucaristía (“partirnos y repartirnos” como lógica de vida).
Personalmente ha sido una experiencia muy
enriquecedora por varias razones. Primero, por el impulso que supone poner cara
a esos otros “locos” comprometidos por el Reino, que son compañeros de
ilusiones, de sueños y proyectos. Sentirse pequeño, pero a la vez sentirse con
la fuerza de quien no camina solo, sino al lado de muchos y tras los pasos de
Aquel que nos guía.
Por otra parte, estos encuentros tienen también un
punto de “tocar” algo personal, que quizá estaba dormido o en conflicto, y que
de repente encuentra luz en lo vivido y compartido por alguien, ya sea en un
momento de compartir propiamente o en el compartir más cotidiano sentados en la
misma mesa.
Por último, tengo que agradecer a la CVX la
preparación del encuentro, por cuidar cada detalle, por el tiempo empleado.
Porque otra de las cosas por las que me siento enriquecida y agradecida es
porque todos los talleres y dinámicas me han llevado a cuestionarme algo, a buscar,
a aterrizar lo rezado en mi propia vida.
La sensación final es de Comunidad cercana, que
quiere crecer hacia dentro de la persona, hacia los Otros y hacia el Otro. Me
queda un sentimiento de responsabilidad, de MAGIS. Me quedan muchos
interrogantes, pero la confirmación de que este es el camino. Quiero buscar mi
lugar, aquel en el que mis talentos puedan ser mejor aprovechados para otros. Y
además, tengo claro, que esa búsqueda tiene que ser compartida, porque es en
ese buscar con otros donde se alimentan otras búsquedas, donde me quiero
complicar la vida para hacerla más vida.
Laura García, Comunidad de Jóvenes "Ignacio Ellacuría"
No hay comentarios:
Publicar un comentario