Estábamos organizando en casa la
Corona de Adviento. Pensaba en el significado que pueden tener cada una de las
cuatro velas pero no hay un Wikipedia para ello, al menos válido. Es algo más,
que afecta al corazón y no tanto a la cabeza.
El Adviento es tiempo de
conversión, de mi conversión. Es tiempo de dejarse moldear por el alfarero;
Jesús. Tiempo de dejar a un lado la teoría y esforzarse con la práctica, de
agradecimiento, de valorar los pequeños detalles, de llevar la mirada más allá
y de llenar todos los huecos vacíos.
En mí día a día, en este mes frío
y oscuro de diciembre, se hace presente el Adviento como luz que ilumina la
espera. La espera, de ese gran momento, que impacienta e inquieta, sobresale
por encima de los regalos, anuncios y luces que van cubriendo la ciudad poco a
poco a través de la esperanza. Esperanza
en un mundo más justo, en que mejore la vida de los que nos rodean y de los que
en estos momentos duros lo están pasando mal, en que salgan adelante los pequeños
y grandes proyectos. Esperanza en que sepa llevar a la práctica “amaos los unos a los otros como yo os he
amado” sabiéndome frágil y limitada.
Rezamos para pedir salud para el
año que va a comenzar, para que sea un año como el anterior o algo mejor y, a
veces, no nos paramos a pensar que debemos dejar el corazón abierto para que Él
habite allí. La transformación también incluye oración. Una oración que debe tener un hueco en la rutina, pues
Dios también se hace presente en ella. Parece como si nada cambiara en estos 25
días antes de la venida de Jesús al mundo, a la vida y a la historia de cada
uno, pero realmente algo cambia. Algo se activa en nosotros. Algo nos va
cambiando poco a poco. La oración nos prepara para algo grande.
El Adviento es un tiempo de crecimiento,
no es algo sólo de este tiempo pero se aviva aquí para dar continuidad a lo
largo del año. Conocer a Jesús incrementa mi fe y como decía Ignacio “para que conociéndole, más
le ame, y amándole más le siga”. Conocerle mediante
la oración y teniendo presente las experiencias tan diferentes e intensas como
son el campo de trabajo con niños y los Ejercicios.
Al final, todo
esto tiene su muestra en el amor, a
través de la solidaridad, el compromiso con los demás, con mi familia, mis
compañeros y amigos.
Adviento… tiempo de conversión, tiempo de impulso a
la vida.
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