Para
mí, el Adviento es tiempo de esperar, tiempo de esperar al Señor que viene. Creo
que muchas personas esperan otras cosas: regalos, alegrías que no están lejos…
esperan otras muchas cosas. El tiempo de Adviento me hace reflexionar sobre la
espera del Señor. Yo eso lo vivo prácticamente todos los días, y quiero
continuar viviéndolo todos los días de mi vida. Quiero vivir esperando la
acción del Señor.
El
Adviento es esperar las cosas que el Señor puede hacer en nosotros. Muchas
veces, por ejemplo, yo espero al Señor a través de acciones y de otras muchas
cosas. Y sé que Él puede cambiar mi vida, Él puede cambiar mi situación, y yo
tengo que esperar al Señor fielmente, porque sólo Él me puede hacer mejor.
Quiero
compartir la experiencia que estoy viviendo ahora aquí, en Salamanca. Soy un
joven brasileño que vengo de una familia muy humilde, que vive cerca de una favela
muy violenta. Con el apoyo de mis padres y de mis amigos comencé a estudiar en
la Universidad con las becas del Gobierno. Ahora, gracias a una beca del Banco
Santander, he tenido la oportunidad de venir a estudiar a Salamanca. Sin
embargo, mi beca no es suficiente, porque he tenido que pagar todos los gastos
de pasaporte, billete de avión, hotel de los primeros días… además de los
gastos del curso que estoy haciendo aquí. Yo sabía que la beca no sería
suficiente para poder mantenerme aquí hasta que terminase el curso, el próximo
mes de mayo. Entonces confié en el Señor y esperé en Él.
Cuando
vine, lo hice con la certeza de conseguir un trabajo, de tener algo. Cuando
llegué, la realidad social de crisis me hizo desanimarme, pero esperé en el
Señor, entregué mi currículum, hablé con personas que conocía… hasta que al
fin, conseguí una beca en mi área de informática. Esto me hizo alegrarme mucho
en un principio: había conseguido un trabajo, una beca, y podría hacer 500
horas de mis prácticas. Pero al cabo de dos semanas, me sentía cansado. Era un
trabajo de 40 horas semanales, con muchas cosas que hacer y programar.
Había
dado gracias a Dios por esta beca, pero no estaba contento ni alegre, porque
aunque la beca era buena, a mí no me gustaba. Le decía al Señor: “Yo no quiero
trabajar así, quiero algo mejor, algo más sencillo que me permita tener tiempo
para estudiar, para seguir participando en los grupos de jóvenes…”. Pero en un
momento recapacité y pedí perdón al Señor, porque me estaba quejando y
reclamándole, cuando estaba en un país donde no hay trabajo, donde la situación
financiera de la gente es muy complicada.
Lo
comparaba con una madre que, cuando su hijo pequeño quiere un videojuego, el
mejor videojuego, y sus padres no pueden comprárselo, ahorran dinero para darle
la felicidad a su hijo, y aunque no le compren el mejor videojuego, le compran
el que pueden pagar… pero al niño no le gusta. Y al hacer esta comparación con
mi vida, me veía reflejado en ella. En esta situación tan difícil, yo estaba
quejándome por no tener lo que quería.
Aunque
había decidido no hablar esta situación con el Señor, finalmente no aguanté más
y lo hice. Le dije: “Señor, pongo mi corazón en ti, espero en ti Señor y te
digo: hágase tu voluntad. Tú eres el que todo lo puede. Pongo mi felicidad en
ti”. Los siguientes días no fui a trabajar y escribí a mi jefe contándole cómo
me sentía, que ya no podía más, que me sentía agotado al final del día… Y
nuevamente esperé en el Señor. Mi jefe me respondió diciéndome que no había
ningún problema, que estuviese tranquilo, que en la empresa no había presiones,
y que si tenía dificultad con mi trabajo y no podía compaginar las ocho horas
con mis estudios, que sólo fuese a trabajar por las mañanas.
El Adviento es mucho más que esperar la Navidad, es
esperar al que ha de venir, al que todo lo puede, al que nos escucha, al que
hace su voluntad en nuestras vidas. La espera del Señor todos los días es el
Adviento. Esperar en el Señor todos los días y en cualquier situación, y no
solo para nosotros, también para nuestra sociedad, nuestra familia, nuestros
amigos, nuestra comunidad… Tenemos que confiar más en el Señor, tenemos que
esperar en el Señor y hablar con Él sobre nuestras situaciones, nuestras vidas…
y esperar que Él pueda nacer.
Christian Charles
Comunidad de Jóvenes "Ignacio Ellacuría"
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