Estamos ante un libro distinto, tanto en la forma como en el fondo.
Con una mezcla de estilos literarios diversos -artículos breves, mensajes de
twitter, microcuentos, oraciones-, el autor nos ofrece una mirada creyente,
profunda y perspicaz sobre nuestro mundo, la realidad humana, los medios de
comunicación, el amor, la fe y la Iglesia. Junto a ello, nos encontramos con un
recorrido por twitter de los momentos claves del año litúrgico, y un conjunto
de oraciones que nos prestan palabras para acercarnos a Dios desde las
distintas realidades cotidianas. Ahora que se acerca el verano, éste
puede ser un buen libro para disfrutar poco a poco. Además muchos de sus
artículos pueden ayudar a la reflexión y el dialogo en comunidades y grupos
cristianos.
“Vivimos en sociedades que no fomentan la hondura, sino lo inmediato.
No ayudan a trabajar lo profundo, sino a vivir en superficies por las que es
fácil pasar sin dejar huella. Este es el riesgo. Noticias que se desvanece.
Titulares sin contenido. Sentimientos sin historia. Urgencias sin proceso.
Afirmaciones sin proyecto. Vidas sin argumento. Fe sin preguntas.
Tormentas sin ancla. Pero, frente a ese riesgo, existe la posibilidad de
aprender a pensar, sentir de otro modo, creer de verdad, escuchar en el silencio
y buscar lo importante. Que no sea por no intentarlo” (págs.. 84-85).
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