Salió Pedro con el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corría más que Pedro y
llegó primero al sepulcro. Inclinándose vio los lienzos en el suelo, pero no entró. Después llegó Simón Pedro, detrás de él y entró en el sepulcro. Observó
los lienzos en el suelo y el sudario que le
había envuelto la cabeza no en el suelo con los lienzos, sino enrollado en
lugar aparte. Entonces entró el
otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Hasta entonces no habían entendido las Escrituras, que había de
resucitar de la muerte. Los discípulos se
volvieron a casa.
Jn. 20, 3-10
Los
discípulos ven los signos de que algo ha ocurrido, ¿por qué tardan en
reaccionar?, algo les impide creer a la primera. Los signos están ahí, las
vendas en el suelo, el sudario doblado, pero algo les paraliza y les impide dar
un paso adelante al principio. Eso mismo nos pasa a nosotros muchas veces, nos
cuesta creernos las buenas noticias y tardamos en salir corriendo a
compartirlas con otros. Y tú ¿eres de los que ves los signos del resucitado y
no te lo terminas de creer? Realmente ¿no tienes ganas de salir corriendo a
contarle a todo el mundo que Cristo ha Resucitado?
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