El mes de Septiembre suele
ser tiempo de volver y resituarnos.
Regresamos al despertador, el tráfico, los horarios,
las clases, el trabajo, la cotidianidad que no luce ni suele despertar nuestra atención…
Ante esto, podemos descubrirnos con una cierta pereza a la hora de comenzar un
nuevo curso, porque algo en nosotros mismos lucha y se resiste al cambio, a la
monotonía de las clases, al estrés del trabajo o la presión de los exámenes, a
vivir contrarreloj…
En otra parte de nosotros
tiene espacio la
ilusión, la alegría del encuentro, los grandes deseos para el nuevo curso, los
retos y proyectos para el tiempo que comienza. Ilusiones,
encuentros, alegrías, deseos, proyectos que nos impulsan y nos dan energía y
confianza.
En medio de todo esto, la VIDA acontece y nos
espera. El mundo, los demás tienen algo que decir. Y Dios tiene también una
palabra. Sí, no nos aguarda
en otra parte, sino allí donde nosotros estamos, en lo que vivimos. Justamente
entre esos ruidos, deseos, tareas, proyectos, responsabilidades, ilusiones y
problemas, espera encontrar un sitio: su sitio, su lugar.
Tal vez este tiempo, tan
variopinto y cambiante, en el que la realidad nos exige resituarnos en muchos
aspectos, sea también tiempo oportuno para hacerle un mejor sitio a
Dios en nuestras vidas: en nuestros agobios y en nuestros sueños, en nuestras
prisas y cansancios, en nuestras ilusiones y proyectos… ¿Qué espacio tienen Dios y los demás
en todo esto? Merece la pena pararnos y responder: ¿Cómo
comienzo este curso? ¿Dispuesto para la operación Septiembre?
Publicado en Somos contigo. Religiosas Sagrados Corazones
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