Si lo pruebas te cambia la vida. El lugar donde seguro habita Dios. El
mejor regalo. Produce contagio y atracción. El síntoma evidente de una vida
sanada. Lo que tiñe de confianza y seguridad a todo el que está alrededor. La
opción para que los demás respiren, descansen. Abre brechas que acercan a
Jesucristo. Requisito imprescindible es que ensanche horizontes, que sea
compartido con otros y que, en ocasiones, te lo apliques a ti mismo. Acompaña a
toda persona abierta que afronta el futuro con espaldas anchas donde caben
otros. El termómetro del tiempo entregado, de un precio que se paga consciente,
de una cruz bien llevada y que puede liberar a muchos. El lenguaje de la
novedad, la oferta irrenunciable y, quizás, el desafío más necesario: recordar
al mundo que Padre se dice sonriendo, que Hijo se pronuncia riendo y que es el
rastro indiscutible de un Espíritu que sólo puede ser Santo.
Íñigo H. Alcaraz sj, publicado en Pastoralsj
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